martes, 25 de agosto de 2015
Capítulo 10: Manantial de pasión con el chico de la van (Carlita + Daniel Norris)
Querido Orange Shoe Diary:
Vaya que tenía tiempo sin abrir tus páginas. Pero la espera ha valido la pena. Hoy, te contaré una historia muy particular, cuyo protagonista es un chico con una vida para algunos "bizarra", pero para mí es sumamente interesante y hasta sexy. Mi Adonis en esta ocasión es Daniel Norris, un joven zurdo que empezó con los Blue Jays y ahora viste el uniforme de los Tigers. Este hombre vive en una van y simplemente no le importa lo que le digan los demás por ese hecho. En fin, la picante historia transcurre de la siguiente manera:
Un bosque en algún lugar del estado de Tennessee. Árboles frondosos, enormes senderos y avasallantes ríos cuyos cauces corren velozmente por toda la zona.
Un buen día, me encontraba explorando la zona buscando un buen lugar para acampar. Quería tener algo de contacto con la naturaleza. Camino un poco más hasta conseguir un espacio muy impactante: un pequeño manantial con abundante agua de río y un caminito de piedras que te guía hasta allí.
Al llegar, decidí quitarme la ropa enteramente y probar el agua de ese manantial. Me di un chapuzón. El agua estaba fría, pero tolerable. Me seguía bañando una y otra vez. Me sumergí por unos segundos y al volver arriba, sentí un carro estacionarse. Me asusté por un minuto y me di media vuelta; al hacerlo, efectivamente estaba un auto estacionado: una van Volkswagen Westfalia 1978. El auto que todo hippie que se respeta debe tener. De dicho vehículo salió un hombre que inmediatamente me hipnotizó. De imponente estatura, ojos azules, mirada tierna y sexy a la vez, sonrisa tímida, barba larga y un cuerpo en forma, el hombre se quitó la camisa y sus jeans, dejándose puesta solo un short de baño.
Estaba asustada porque pensaba que me haría algo de daño, pero el chico, muy amablemente me dijo:
"Tranquila, sólo vengo a bañarme, no te haré nada malo. Yo también estoy explorando este enorme bosque y obviamente de tanto recorrerlo estaba sudando y quería bañarme. Oh, ¡estás desnuda!".
A lo que contesté:
"Oh ok. Qué buen susto me diste (JAJAJAJAJA). Y sí, estoy desnuda, ¿hay algún problema?".
"No, para nada. Yo también me he bañado desnudo algunas veces, sé lo que se siente", respondió. El chico luego dijo esto: "Me llamo Daniel, un placer". "El placer es mío, Daniel; mi nombre es Carla", respondí.
Estuvimos un buen rato hablando de las cosas de nuestras vidas. Me impacté mucho cuando me contó que él realmente vivía en esa van Volkswagen.
"¿En serio vives allí en ese carro? ¡Estás loco! (JAJAJAJAJA)", le dije. Daniel soltó una fuerte carcajada y luego dijo: "Así me dice todo el que se me acerca y me ve viviendo allí, pero no me importa. Siempre quise tener un auto así para poder dormir allí y explorar muchos lugares".
Después de horas conversando, nadamos un poquito en el manantial juntos hasta que todo comenzó a tomar otro rumbo. Le abracé fuertemente y me aferré a su cuerpo sin importar que de alguna manera él se sintiera incómodo. Pero no, no lo estaba.
Daniel lentamente pasaba sus manos mojadas por todo mi cuerpo y besaba mi cuello. Yo entraba en éxtasis total en ese momento. Daniel poco a poco subía sus manos acariciándome desde mis piernas, pasaba por mi barriga, mis pechos, subía hacia mi cuello y llegaba a mi rostro. Me dio un beso muy apasionado y me sacó cargándome en sus brazos hasta su carro.
Me acostó donde él suele dormir. Encendió la radio y ambientó el momento con la música que él suele escuchar. Él todo mojado me besa nuevamente y recorre sus labios por todo mi cuerpo igualmente empapado; besa mi cuello, baja hasta mis pezones chupándolos una y otra vez, pasa su lengua por mi barriga y baja hasta mi clítoris. No aguantaba tanta excitación.
Daniel se pone sobre mí, abre mis piernas e introduce su miembro en mi vagina, penetrándome una y otra vez. Si ya ambos estábamos mojados de tanto que nos bañamos en el manantial, ahora lo estábamos más por el sudor que brotaba de nuestros cuerpos.
Me senté sobre Daniel y me agité una y otra vez. Él me acariciaba todo mi cuerpo mientras me movía ardientemente. Me movía tan fuerte y tan seguido que hasta la camioneta "bailaba". Nos devorábamos a besos a cada ratico, caricias iban y venían. El éxtasis a millón en todo momento. Hasta que no pudimos más. Me acosté sobre Daniel y nos besamos intensamente.
A mí sinceramente no me importó si luego de esto sufriría un resfriado o algo así. Lo cierto es que Daniel fue todo un encanto a mi lado en ese momento de pasión que jamás olvidaré.
En fin, debo irme, Diario. Prometo que no pasará mucho más tiempo hasta volverte a abrir.
- Carla.
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