viernes, 9 de mayo de 2014

Capítulo 9: Del show de televisión al show sexual nocturno en la piscina (Carlita + Wil Myers)








Querido Orange Shoe Diary: 
Una vez más te abro para contarte una nueva fantasía beisbolera perversa. Siguiendo con esta onda de aventuras eróticas junto a peloteros no miembros de los San Francisco Giants, nos quedamos en Tampa Bay; porque otra "raya" nada desde las aguas de esta bahía del oeste de la Florida a nuestro picante espacio para derrochar sus adorables encantos y sacar la fiera sexual que lleva dentro de su apariencia de niño bueno e inocente. Se trata del más reciente ganador del Novato del Año de la Liga Americana, el outfielder que representa el valioso futuro de los Rays: el bellísimo Wil Myers. Casualmente, Wil usa en su jersey el número 9, por lo tanto quise reservar este capítulo 9 exclusivamente para este hermosísimo jovencito. Tú sabes, cábala numérica. En fin, sin más que agregar, veamos cómo fluye todo esto: 

Un centro comercial. Tiendas de cualquier tipo: de ropa, calzados, accesorios, telefonía, restaurantes, salas de cine, tiendas por departamento; todas a reventar de gente. Ese día había más gente de lo normal debido a que habrían varios eventos durante ese fin de semana. Uno de ellos sería un casting para un concurso de canto. 

El día de dicho casting, me encontraba con un grupo de amigas (Dayana, Ámbar, Vicmary y Gabriela; éramos cinco contándome), quienes íbamos al cine. Tras terminar de ver la película, fuimos a dar una vuelta por el centro comercial, comiéndonos lo que quedó del popcorn mientras veíamos lo que había tras las vidrieras de las tiendas hasta que vimos en el anfiteatro del lugar una enorme cola de gente con números colgando de sus cuellos.
 "Qué será eso?", me preguntaba. "Debe ser un casting, pero no tengo idea de qué es", dijo Ámbar. "Es un casting para nuevos talentos", exclamó Dayana; a lo que luego Gabriela agregaría: "Van de todo, desde cantantes, hasta magos y gente así. Yo no soy tan buena ni cantando ni haciendo magia, y ustedes?" "Yo menos", dijo Vicmary. Todas reímos y fue allí cuando Dayana le recordó al grupo que "aquí la dura cantando es Carla". 

"Es cierto", "verdad, Carla canta hermosísimo", "la voz de Carla es inigualable", se murmuraban las chicas mientras yo las miraba extrañamente. "Osea, ustedes quieren que yo haga ese casting, verdad?", les pregunté. "Claro querida", contestaron todas al unísono. "Que lo haga!", "que lo haga!", "que lo haga"; gritaban las chicas para convencerme de hacer el casting, lo cual tuve que aceptar para complacerlas. "Está bien, haré ese casting entonces, pues". 

Las muchachas gritaron de satisfacción al aceptar la propuesta y fuimos directo al anfiteatro del mall. Hice mi cola y esperé por varios minutos, debido a la conglomeración de gente que fue al casting. Mientras tanto, las chicas me retocaban el maquillaje, me peinaban, me daban agua y hasta me cuidaban mi puesto cuando quería ir al baño. En fin, como si ya yo fuese una artista de verdad. Pasó el tiempo y entré al mini escenario a presentar mi casting. El público me aplaudió, mis amigas andaban histéricas gritándome en señal de apoyo. Tres personas conformaban el jurado. Al principio, los jueces me contaron que si resultaba seleccionada, iría a competir en un concurso de talentos dentro de un popular programa en la televisión. 

"Cómo te llamas, jovencita?", preguntó el juez #1. "Soy Carla, un placer". "Qué edad tienes?", fue la pregunta de la jueza #2. "21", le respondí; luego vendría el juez #3: Qué nos cantarás, señorita Carla?", lo cual contesté: "Start a fire, de Dilara Kazimova, una cantante de Azerbaijan". "Mmm, no hemos escuchado nunca esa canción, ni tampoco a esa chica, sería interesante oírla",dijo el juez 1. "Pues la van a poder escuchar en este instante", les respondí. "Habrá algún piano de cola acá? Porque aquí en mi bolso tengo las partituras".

"Ahí está el maestro Dante, dale las partituras y haz tu performance", replicó la jueza 2". Le di las partituras al pianista y me puse frente al micrófono; él empezó a tocar y yo comencé a cantar: 

"♪ Someone's selling garden roses down the square / People gathering by to breathe the morning air  / But no one sees the bitter cold and shivering empty hands / A school girl running by and trying to beat the bell /  People dropping, tossing coins in wishing wells /  But no one cares for dreams that don't fit into our world / Maybe nightfall darkens skies / And maybe teardrops stain our eyes / But may the slightest light start a fire / A soldier in the hands of a forgotten mess / Digging out the burning bullets in his chest / So eager, bold and noble - printing footsteps on this earth / Maybe nightfall darkens skies / Maybe teardrops stain our eyes / But may the slightest light start a fire / Start a fire / But may the slightest light start a fire ♪" 

El público aplaudió fuertemente. Los jueces me felicitaron y de una vez me dijeron: Estás dentro de la competencia. Yo grité y salté de la alegría. Mis amigas fueron a abrazarme y a felicitarme por entrar a la competencia. Al día siguiente entré al estudio del programa de TV donde actuaría. Dicho programa es maratónico, dura unas cuatro horas al aire todas las tardes los sábados. 

Ese día, estábamos varios participantes en dicho programa, que no necesariamente todos eran cantantes. Habían malabaristas, bailarines, comediantes, magos, imitadores, declamadores de poemas, copleros; en fin, de todo un poco. Ese día, no sólo me llamó la atención cada actuación de los participantes, sino el invitado que tenían en el show. Antes de que me tocara el turno de salir a cantar, el invitado especial del programa iba camino a camerinos a arreglarse para el siguiente segmento; luego de ese segmento vendría mi presentación. Me vio y me saludó: "Hola, tú debes ser una de las concursantes del show de talento, no?" Yo le respondí que "sí, ahora en un rato salgo a cantar, después que tú salgas, claro". 
"Ah ok (risas)", dijo mientras sonreía el espigado joven de rostro angelical y perfecto, de aproximadamente 1.89 metros de estatura, piel blanca, ojos azules, cabello castaño y algo rebelde y despeinado, cuerpo atlético y bien proporcionado. 
"Me llamo William Myers, pero me gusta que me llamen Wil, así con una sola L; es decir, Wil Myers (risas)", me dijo el chico presentándose ante mí. "Un placer conocerte, Wil. Me llamo Carla", le contesté tendiéndole la mano. "Lindo nombre (guiño)", dijo Wil, para luego preguntarme que, aparte de cantar, qué otras cosas hacía. 
"Estudio en la universidad y me encanta leer, componer canciones y poemas y ver un buen partido de beisbol". Wil diría luego en tono de sorpresa: "Ah sí? Te gusta el beisbol? A mí también. De hecho lo practico. Juego en las Grandes Ligas con los Rays y me ha ido bien. Hoy me invitaron porque querían que hiciera un reto. Haré un número musical con una canción totalmente inédita, y pues estoy un poco nervioso (risas)". 

Yo me reí y después le dije: "Pero me imagino que has ensayado toda esta semana para esta presentación, verdad?". "Claro!", exclamó Wil. "Antes de cada práctica esta semana ensayaba, tuve un día libre y lo aproveché para perfeccionar el acto y ya pues hoy lo presento. Ha habido mucha expectativa ante esto porque soy el primer beisbolista que hace este tipo de retos (risas)". "Me imagino, porque no es común ver a un beisbolista actuando como un popstar aunque fuese por un día (risas)", le dije. Wil contestó: "Es cierto (risas). Te dejo porque debo ir a arreglarme, mucha suerte, Carla. (Susurro al oído) Si quieres después del programa salimos a cenar". Le exclamé susurrándole al oído: "Me parece excelente idea! Ok mi vida, nos vemos entonces".

 Después que los que estaban delante de mí hicieran sus presentaciones, me tocaría el turno. Los mismos jueces del casting estaban allí en el estudio evaluando cada performance. Pero antes habría un paréntesis en la competencia para el momento del gran invitado de la tarde-noche. El animador del show se dispone a presentarlo: Estamos de vuelta en "Estrellas del Fin De Semana", un placer saber que siguen en sintonía con nosotros. Y ahora, llegó el momento de recibir a nuestro gran invitado de la noche. Es un joven exitoso, talentoso y con un gran futuro por delante dentro de los Tampa Bay Rays. Sí, es beisbolista y hoy ha venido porque cumplirá el Reto del Talento para Celebridades, por 10000 dólares que serán destinados a causas benéficas. Ha preparado un número musical con una canción totalmente inédita. El ballet del programa está dispuesto para acompañar en la danza a quien hoy asume el Reto del Talento de Celebridades correspondiente a esta semana, la futura cara de franquicia de los Rays, Wil Myers!" 

El público (en su mayoría chicas vestidas con el jersey de Wil) enloqueció con sus gritos de "fangirl". El grupo de baile empezó a ejecutar su coreografía. Wil apareció en el escenario luciendo como toda una estrella pop, aunque fuese por un día. Los gritos del público subían de decibeles al aparecer él en el escenario; ataviado con una t-shirt color turquesa, unos pantalones negros y una gorra con el ala atrás. 

 Yo lo veía en el backstage, reía y disfrutaba de ese momento al mismo tiempo que escribía en mi bloc de notas un poema inspirado en él. Mientras tanto, Wil bailaba y cantaba cosas como: "Quiero que le des luz a mi oscuridad / quiero que sea tu sonrisa la que me haga delirar / Yo quiero ser el aire que tú sueles respirar / quiero quedarme a tu lado hasta el final / contigo yo soy feliz / sin ti no puedo vivir / me mataría tanta soledad / así que quédate conmigo un rato más. Ohhh no! *suena la música* *En el fondo aparece un coro cantando este estribillo*: Quiero que le des luz a mi oscuridad / no deseo vivir con la soledad/ quédate un rato más *Wil cantando*: Oh baby quiero vivir contigo hasta el final / como tú no hay otra en el mundo igual / sólo a tu lado quiero estar ah ah ah *El coro de nuevo*: Quiero que le des luz a mi oscuridad / (Wil: Oh oh ooooh) no deseo vivir con la soledad / quédate un rato más *Wil*: Oh muñequita sin ti no soy feliz / sin tus besos no puedo vivir / ven y quédate junto a mí yeeeah. Ohh mi niña. Oh oh oh oh. Yo quiero tener tu amor ooooh... 

Tras su actuación, Wil ganó los 10000 dólares y volvió al backstage. Yo estaba preparándome para salir a cantar, cuando él se acerca a decirme: "Mucha suerte, Carla. Sé que lo harás bien (guiño)". "Gracias, Wil", le contesté. "Por cierto, lo hiciste bien. Para ser un show de alguien que juega beisbol casi todos los días, estuvo fantástico". "Ah ok, gracias mi amor (Risas)", respondió Wil, para luego agregar: "Recuerdas lo de hace rato no? Que te dije que íbamos a salir después del programa. Bueno, acá te esperaré. Al terminar, salimos a comer, te parece?" "Genial mi vida", le repliqué. "Ya me toca salir". Wil me abrazó y me dio un beso en una mejilla como señal de buena suerte. 

El animador me presenta: Y ahora presentamos a nuestra siguiente concursante, con el tema "Start a fire", recibimos a Carla! El público aplaudió mientras empezaba a tocar el piano. Wil en backstage sonreía mientras yo cantaba. Al terminar mi performance vinieron los 5 últimos concursantes antes del veredicto final. Esa noche, el ganador se llevaba 50000 dólares y el segundo lugar ganaba 25000. Logré el segundo puesto. El primer lugar se lo llevó un mago que se llevó grandes aplausos con su acto de magia. 

Al terminar el show, Wil y yo, tal cual como lo cuadramos, fuimos a comer en un In-N-Out. "No te había dicho lo bien que cantas. Tienes un gran talento", me dijo mientras mojaba una papa frita en salsa de tomate. "Gracias mi amor", le respondí a su elogio para luego beber un sorbo de malteada de chocolate. Después de degustar las hamburguesas, papas fritas y las malteadas de chocolate y fresa, Wil me llevó a su casa en su camioneta Jeep último modelo. "Por qué me traes acá?", le pregunté. "Quiero que pases la noche conmigo hoy", respondió Wil. Estoy solo y pues me hace falta algo de compañía". "Pero yo no tengo más ropa", le dije. Wil me sonrió y me dijo que estuviera tranquila; "te llevaré a tu casa para que busques algo de ropa y te quedes conmigo en mi casa esta noche. Ah, y metes un traje de baño. Mi casa tiene piscina con jacuzzi y pues si quieres echarte un chapuzón allí, no veo algún problema para que lo hagas". 

Wil me llevó a casa y fui a buscar dos franelas, un short, un blue jean y ropa interior, además de desodorante, perfume, cepillo y crema de dientes. Y además agarré mi traje de baño de dos piezas de estampado floral, una toalla y el bloqueador solar. Metí todo en un pequeño bolso y volví a montarme en la camioneta de Wil; quien nuevamente me llevaría a su casa. Al llegar allí, Wil me mostró su "nidito". La cocina, los dos baños, la sala de estar, los dos cuartos, un enorme patio con una parrillera grande, perfecta para cuando le provoque hacer un BBQ y por supuesto, la piscina con el jacuzzi. "No sé si quieres un coctelito, una cerveza o algo así", me ofreció Wil. "Una cerveza no caería mal. Que esté bien fría", le pedí. "Está bien", contestó él. Wil fue a la cocina a buscar la cerveza mientras yo me ponía mi traje de baño dispuesta a bañarme en el jacuzzi. Al traerme la cerveza, Wil se sorprendió de lo rápido que me cambié para meterme a bañar. "Wow! Tú no pierdes tiempo. Acaso eres hija de Flash?", decía mientras me entregaba la botella de cerveza. "(Risas) No vale, es que no me pude resistir. *se bebe un sorbo de cerveza* Esta cerveza está divina". Wil y yo reíamos, bebíamos nuestras cervezas y nos miramos fijamente, hasta que él me dio un beso en la boca. Y fue allí cuando empezó a calentarse el asunto. Wil se quitó la franela y quedó sólo con sus shorts puestos, se metió al jacuzzi con su botella de cerveza en mano, tomó un sorbo y empezó a mojarme. Me besaba y pasaba su lengua por mi espalda y mi cuello suavemente mientras con sus manos sostenía mi cabello. Me quitó la parte de arriba del bikini y empezó a besarme en el cuello y a pasar sus manos por mis hombros, mis pechos, mi estómago y mis piernas. Me di media vuelta y me senté sobre él. Le di de beber lo que sobraba de mi cerveza como si fuera un tetero y le acariciaba los hombros, los brazos, los pectorales, el abdomen y las piernas. Le besaba y le pasaba mi lengua por sus mejillas rojas, su cuello, su pecho y su planísimo y perfecto abdomen. Wil me quitó la parte de abajo del bikini, yo respondí el gesto quitándole el short y me terminé de sentar sobre su entrepierna. Lo abrazaba y me aferraba a él mientras me movía suavemente sobre su entrepierna, al mismo tiempo que besaba sus rosados labios y enredaba mis manos en su rebelde cabello. Wil me mojaba mientras yo sentía placer sobre él. Luego, Wil me sacó del jacuzzi y nos lanzamos abrazados a la piscina. Nadamos unos breves segundos y nuevamente nos abrazábamos y nos besábamos varias veces. Salimos de la piscina y nos acostamos en una de las orillas. Wil se puso sobre mí, besándome desde mis labios, pasando por mi cuello, mis pechos, mi estómago, mi clítoris y mis piernas. Me puso boca abajo y me hizo varios masajes en mi espalda, para luego pasar su lengua y sus labios allí varias veces. Me sentía en la gloria con cada beso, caricia y estímulo de su parte. Wil se acostó y yo me senté sobre su entrepierna moviéndome suavemente, al tiempo que él ponía un dedo de su mano izquierda sobre mi boca para morderlo y chuparlo. Su otra mano se posaba sobre mi estómago y subía hasta mi pecho y mi hombro derecho. Sus manos recorrían mi cuerpo una y otra vez mientras estaba encima de él. Me incliné sobre él y nos volteamos. Ahora era él el que nuevamente estaría sobre mí. Me penetraba lentamente y variaba el ritmo constantemente. Me abrazaba, pasaba sus labios por cada espacio de mi cuerpo empapado tanto del agua de la piscina como de sudor. Lamía mi cuello una y otra vez. No paraba de besarme. Hasta que no pudimos más, sellando la noche de pasión con varios dulces besos.

Creo que de todas estas fantasías que he escrito hasta ahora, ésta es la más suave y delicada que he tenido. Y es comprensible, porque Wil es de esos chicos que al momento de hacer el amor, hay que hacérselo con cariño y dulzura, porque es lo que irradia. Su hermosa sonrisa, su mirada inocente y su dulce voz imaginándola al cantar en ese programa fueron los detonantes para que pudiera tenerlo conmigo, así fuese de forma ficticia. 

Te dejo, Diario. Continuaré con mis actividades habituales; espero abrirte pronto. 

 -Carlita

jueves, 1 de mayo de 2014

Capítulo 8: Entre almuerzo, cine y sexo con un Adonis de Tampa Bay (Carlita + Evan Longoria)





Querido Orange Shoe Diary: Hoy te vuelvo a abrir para contarte una nueva fantasía. Para esta nueva aventura perversa, dejamos a un lado a la gente de los San Francisco Giants y exploramos por otros equipos para conseguir gente dispuesta a calentar estas páginas. Para esta historia que te contaré hoy, una “Raya” nada desde las aguas de Tampa Bay hasta este picante cuaderno con miras a buscar a una hembra de su especie para aparearse: Evan Longoria, la cara insigne de los Tampa Bay Rays. Que no se hable más y que empiece este sarao:

St. Petersburg, Florida. Una ciudad cercana a Tampa y a Clearwater que forman parte de la región conocida como Tampa Bay. Gente caminando por las calles de la ciudad pequeña pero próspera. Corazón financiero y administrativo de la bahía de Tampa.

En una mañana soleada y resplandeciente, yo me encontraba trotando en el boulevard de la ciudad, a orillas de la bahía. Luego de 20 minutos de trote y unos cinco más de caminata por todo el lugar, me hidraté y volví a mi apartamento en un lujoso edificio del centro de “St. Pete”. Tomé un baño y me cambié de ropa para ir luego a una reunión de trabajo en una agencia de publicidad. Mientras iba caminando con mis carpetas en mano, aceleraba el paso y los taconazos a un ritmo muy agitado; y es que andaba super apurada porque iba con algo de retraso.

Al llegar a la puerta del edificio, no me fijé quién venía por delante y tropecé con un hombre que iba entrando al mismo edificio. El choque entre ambos hizo que se me cayeran las carpetas. El hombre, de piel bronceada, cabello castaño oscuro, ojos marrones claros (a veces color miel), de imponente estatura y cuerpo atlético y muy bien tonificado; muy amablemente me ayudó a recoger los papeles y a guardarlos en dichas carpetas. “Perdón por haber tropezado, es que andaba muy apurada, siento que voy retrasada y me van a matar allá en la oficina. Gracias por ayudarme a recoger las cosas que se me cayeron”, le dije a este hombre, lo cual respondió: “Tranquila, para la próxima ten más cuidado. Soy Evan, mucho gusto”. “El gusto es mío, Evan. Soy Carla, un placer conocerte”, le contesté. “Estoy en el piso 8 por si deseas buscarme y pedirme ayuda en lo que quieras”, rematé. Evan, con una sonrisa en su rostro, me respondió: “Está bien”. Ambos entramos pero no seguimos juntos. Evan fue a la recepción y yo tomé directo el ascensor para ir a mi oficina en el piso 8. Al llegar a la oficina, entregué las carpetas a mi jefe y nos pusimos a debatir ideas sobre una campaña turística para la ciudad y venderla ante el mundo.

Tras horas y horas mostrando diapositivas y creando varios slogans para dicha campaña, fui a mi escritorio cuando una de las empleadas me avisa que “hay un tal Evan en la puerta del ascensor que quiere hablar contigo, Carla”. “Dile que ya voy”, le contesté mientras le daba a “Save” a un archivo de Excel que tenía abierto en la computadora. Fui hacia la zona del ascensor y efectivamente estaba Evan allí parado. “Y eso que pasaste por acá?”, le pregunté. “En el momento que estábamos ahí afuera, por ayudarte a recoger tus cosas, olvidé por completo pedir tu número de teléfono e invitarte a almorzar ahora al mediodía en el restaurante que está en la planta baja de acá, no sería mucha molestia, señorita?”, replicó Evan extendiendo su invitación a almorzar con él al mediodía. “Ok, no hay problema. Nos vemos al mediodía, Evan”. Nos intercambiamos teléfonos, e-mails y me fui de regreso a mi escritorio. Dos horas después, el reloj marca las 12 del mediodía.

Toca la hora del almuerzo y es en ese momento cuando suena mi teléfono móvil y, tal y como me lo imaginé, es Evan llamándome para saber si iba en camino. “Ya estoy en el ascensor, dame unos 5 minutos y estoy allá, te parece?” “No hay problema, Carla. Acá te estoy esperando mientras tomo una copa de vino tinto”, me contestó Evan.

Diez minutos después, aparezco en el fino restaurante del edificio. Un lugar donde se sirve lo mejor de la gastronomía mediterránea, española e italiana; todo en un mismo sitio. Licores selectos y finos, música selecta y bohemia, gente trabajadora y bien posicionada económicamente hablando sentada en las mesas deleitando sus paladares. En fin, el lujo por donde sea. Al llegar allí, Evan se levantó y me llevó a la mesa donde él estaba sentado. Ya tenía guardado mi puesto y además tenía servida una copa de vino para mí. “Oye, no te hubieses molestado en todo esto del vino y el almuerzo”, le dije en tono sorpresivo. Evan soltó una pequeña carcajada y con una resplandeciente sonrisa, me dijo: “Esto lo hago no sólo por agradecerte el haberme permitido ayudarte a recoger lo que se te cayó esta mañana, sino también como una manera de homenajear a la belleza de mujer que eres”. Yo me sonrojé y suspiré tras esas palabras de Evan. En ese momento, el mesonero llega con el menú. Yo pedí una paella española con un jugo de piña. Evan pidió una pasta a la napolitana y otro vino tinto. Mientras venía la comida, Evan me contaba cosas de su vida: “Yo juego beisbol todos los días, pero cuando no estoy jugando, me encanta cocinar. Soy muy bueno en la cocina. Aprovecho mis vacaciones para tomar cursos de chef y cuando hay una reunión familiar o de amigos, yo hago casi todos los bocadillos”.

"Wow, entonces tú eres todo un cocinero que juega beisbol", le dije soltando una carcajada. Al rato, llegaría la comida. Mientras degustábamos nuestros platillos,Evan me invita a salir esta noche. Yo acepté la invitación. "Te paso buscando a tu casa a eso de las 5:30. Iremos al cine, y de ahí iremos a donde tú quieras, te parece?", me dijo él. "No hay problema, cariño". Le di la dirección de mi casa para que pudiera ir a recogerme.

Luego del almuerzo, Evan se fue a su casa y yo subí a mi oficina a seguir trabajando. Como era un viernes, salí de allí a las 4 pm y de una vez me fui a casa. Busqué mi ropa, me bañé, me arreglé y esperé a Evan, quien se apareció media hora antes. Al bajar del carro, me dijo: “Estás hermosa”. “Gracias”, le respondí. Evan me montó en el carro y fuimos al cine. Dos grandes cajas de popcorn y vasos de refrescos fueron suficientes para disfrutar de la película que ambos fuimos a ver.

Tras la película, Evan me llevó a casa. Al dejarme, iba a punto de arrancar cuando le dije: “No te vayas, quédate conmigo hoy”. Evan se sorprendió al escuchar esas palabras, y preguntó por qué. “Mis padres salieron de viaje este fin de semana y no regresan sino hasta el domingo”. “Está bien, pero deja que vaya por algo de ropa a mi casa y me quedo contigo este fin de semana, si va?”, respondió Evan, para luego acelerar su carro e ir rumbo a su casa. 20 minutos después, Evan toca el timbre de mi casa. Le abro la puerta y lo recibo con un fuerte abrazo. Le llevo su pequeña maleta a mi cuarto.

"Me voy a bañar, dónde está el baño?", preguntó. "Allí enfrente tienes el baño mi amor", le respondí. Evan se quitó la ropa y se metió a la ducha. Yo veía la televisión hasta que me percaté que la puerta del baño estaba abierta. Desde mi cama, podía ver la puerta corrediza de la ducha, que es tan transparente que podía ver claramente a Evan bañándose. Mientras lo veía ducharse, empezaba a sentir deseo. Su atlético y sexy cuerpo mojado provocaba en mí mucha lujuria. Me calentaba más cuando la espuma formada por el jabón corría por el cuerpo desnudo y mojado de Evan. Mordía mis labios, pasaba mi lengua sobre ellos una y otra vez.

No pude resistir y fui directo al baño. Me desnudé y entré a la ducha. “Tranquilo, yo también ando algo apestosa y me quiero duchar, no sería mucha molestia si me baño contigo?”, le dije a Evan. Su respuesta fue: “Éste es tu baño y yo no tengo problema en que lo quieras compartir conmigo”.
Ambos reímos y empezamos a jugar entre nosotros con el jabón. Yo le pasaba el jabón por su pecho, su abdomen, sus muslos, sus piernas; subía y se lo pasaba por su trasero, su espalda, sus hombros y sus brazos. Él hacía lo propio con el jabón, pasándolo por mis hombros, mis brazos, mis pechos, mi cintura, mis caderas, mis piernas y mi vagina. Evan soltó el jabón y empezó a masajearme y acariciarme en todo mi enjabonado cuerpo. Me besaba y lamía mi cuello mientras su mano derecha hacía cosquillas en mi vagina y su otra mano me sostenía por la cintura y me acariciaba desde mi cadera hasta mis pechos, mientras estábamos bajo la ducha mojándonos. Me di media vuelta y empecé a besarlo y abrazarlo con mucha pasión y lujuria. De la ducha nos fuimos a la cama. Evan me acostó en mi cama y empezó a besarme desde mis labios, pasando por mi cuello, mis pechos, chupando mis pezones, lamiendo mi estómago y mi clítoris. Evan me penetró y empezó a moverse sobre mí intensamente. Gemidos y leves gritos hacía mientras él se movía sobre mí y a su vez me besaba desde mis labios hasta mi cuello. Me agarró y me sentó sobre y de frente a él. Yo me agitaba sobre su entrepierna una y otra vez, mientras él acariciaba mi espalda, mis hombros, mis pechos y besaba mi cuello y mis labios. Luego, Evan se acostó y yo me quede encima de él, seguía agitándome, mientras él pasaba sus manos una y otra vez por mis caderas, mis pechos, mis hombros y mis brazos; nos agarrábamos de manos, me ponía su dedo en mi boca y se lo chupaba y mordía suavemente. Mis manos acariciaban su pecho una y otra vez. Me inclinaba hacia su pecho y se lo besaba y lamía una y otra vez. Acto seguido, Evan y yo nos acostamos de lado, él detrás de mí. Me penetraba por mi trasero y me agarraba por la cintura al mismo tiempo que ambos seguíamos moviéndonos sensualmente. Me pasaba su mano derecha por mis pechos, mi vagina, mi pierna derecha, mi espalda y mi hombro. Evan cambiaba la intensidad de sus movimientos de lenta a rápida; yo reía, gritaba y gemía cada vez que él lo hacía, hasta que nuestros cuerpos no aguantaron más y se detuvieron. Llenos de sudor, Evan y yo nos abrazamos y nos besamos continuamente.

Vaya noche picante en Tampa Bay, eh? No tengo palabras suficientes para describir esta aventura. Evan Longoria es uno de los hombres más sexys dentro de la MLB y el hecho de haber tenido esta fantasía con él sencillamente habla por sí sola. Valió la pena salir por un momento de la “zona de confort” y explorar otro tipo de gente sin salirnos del beisbol.
Te dejo, Diario. Espero abrirte en una próxima oportunidad.
- Carlita.