Querido Orange Shoe Diary:
Me alegro mucho de no tardarme tanto en abrirte otra vez. En esta ocasión, te traigo una fantasía explosiva y muy picante. El protagonista es un hombre que es un espectáculo, tanto de pitcher como en su sex-appeal. Es el dueño de uno de los mejores cuerpos de toda la MLB y todo gracias a su devoción a los Pilates. Es el reinante Cy Young de la Liga Nacional, el as de los Chicago Cubs, la bomba sexy: Jake Arrieta.
Mi aventura con Jake empieza así:
Eran las 8 am un día en el gimnasio cercano a mi casa. Mucha gente ejercitando sus cuerpos alrededor de mí, entre chicas esculturales y hombres extremadamente definidos y sexys. Yo me encontraba allí haciendo yoga, luego pasé a hacer zumba y después Pilates. Entre el grupo con quienes estuve en la clase de Pilates, había un hombre cuya presencia me llamó la atención. Era joven, de unos 30 años, alto, de cabello castaño, barbudo, ojos marrones, mirada desafiante pero sexy y con un cuerpo descomunal y fitness.
Cada vez que lo veía sudando me excitaba, sólo que lo disimulaba mientras le seguía el ritmo de la rutina. Tras la sesión, me acerqué a él y le pregunté: "Desde cuándo estás en esto del Pilates?"
Él respondió: "Sabes, tengo como 3 años aproximadamente en esto. Un amigo me recomendó que probara esto y me ha ido de maravillas, tanto que... yo juego beisbol, y antes del Pilates no me iba bien. Ahora, he mejorado mucho en mi rendimiento".
Él respondió: "Sabes, tengo como 3 años aproximadamente en esto. Un amigo me recomendó que probara esto y me ha ido de maravillas, tanto que... yo juego beisbol, y antes del Pilates no me iba bien. Ahora, he mejorado mucho en mi rendimiento".
"Wow, vaya que le pones mucha dedicación, con razón tienes el cuerpo que tienes (risas)", le dije. Él se echó a reír. "Me llamo Jake. Un placer", dijo al estrecharme su mano. "Mucho gusto, Jake. Soy Carla".
Jake posteriormente me preguntó:"Tienes planes para hoy más tarde?"
"No, por qué?", le contesté.
"Sabes, tengo ganas de ir al cine y pasear un rato y me encantaría que me acompañaras, así nos conocemos mejor, te parece?", me propuso, a lo que acepté, para luego intercambiar teléfonos.
"No, por qué?", le contesté.
"Sabes, tengo ganas de ir al cine y pasear un rato y me encantaría que me acompañaras, así nos conocemos mejor, te parece?", me propuso, a lo que acepté, para luego intercambiar teléfonos.
En la tarde me arreglé lo más bonito posible para Jake. Él llegó a las 6 pm en punto a mi casa. Me recogió en su carro y me llevó al cine. Tras ver la película, fuimos al centro comercial más cercano y le dimos varias vueltas, mientras mirábamos tiendas y nos tomábamos muchas fotos.
Semanas después, Jake volvió a llamarme e invitarme a salir de nuevo, esta vez a la discoteca. Estuvimos toda la noche bailando y bebiendo.
Tras esa noche de fiesta, Jake me llevó a mi casa. Yo estaba pasada de tragos. Él, no mucho.
Al dí siguiente volví al gimnasio, pero no había nadie. Hasta que entró Jake. "Hola, Carla. Lista para nuestra sesión de Pilates de hoy?", me preguntó. "Ehm, sí", le dije.
Jake sacó unas colchonetas y pidió que me arrodillara. "Lo que vamos a hacer hoy tú y yo son unas 'nuevas técnicas de Pilates'". "Cómo así?", pregunté. "Ya verás de qué va todo esto. La vas a pasar bien, te lo juro", contestó.
Jake se arrodilló frente a mí y me robó un beso, se quitó la franelilla y sus shorts de entrenamiento. Se levantó y puso su entrepierna en mi boca. No me quedó otra que chupárselo. Después me fue quitando la ropa lentamente.
Acto seguido, Jake se arrodilla y me mete una mano en mi vagina, masajeando mi clítoris varias veces. Luego, me acostó en las colchonetas, puso mi boca allí y me fue chupando y lamiendo una y otra vez. Sus manos acariciaban mis piernas, mis caderas y mis pechos. Se sentó en las colchonetas; me levantó y me sentó de espaldas a él, penetrándome por mi trasero, besándome el cuello y la espalda, con su mano en mi vagina y apretando mis pechos. Yo me le movía lento y rápido.
Seguidamente, Jake me puso en cuatro y me penetró por detrás varias veces, haciéndome elevar mis excitaciones a niveles extremos. Posteriormente, se acostó y me monté sobre su escultural cuerpo. Jake me pasaba sus manos por mis hombros, mis pechos, mis caderas; se movía lentamente y luego rápidamente. Yo le hacía lo mismo. Me agarraba de manos con él y me incliné para pasarle mi lengua por su pecho. Ambos sudábamos descontroladamente. Gemidos iban y venían. Hasta que ambos no pudimos más y terminé sobre él.
Fue un momento muy picante y diferente. Jamás me imaginé algo igual en un lugar como el gimnasio. Jake es un monumento de hombre. Y quedó más que comprobado.
Te dejo, Diario. Espero abrirte pronto.
- Carla.
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