martes, 18 de noviembre de 2014

Die Sexy Mannschaft: Alemania campeón del mundo y del sexo (Edición especial). Capítulo 2: Parrillada, affair y sexo a la bávava (Carlita + Thomas Müller)

Querido Orange Shoe Diary:

Qué alegría volverte a abrir para contarte una nueva fantasía alemana. En esta oportunidad, nos trasladaremos nuevamente a Baviera. La tierra de la cerveza, hombres en lederhosen y el Bayern Munich. Hablando del Bayern, nuestro próximo objeto de deseo pertenece a las filas del máximo campeón del fútbol alemán. Un goleador por naturaleza, campeón de Alemania y de Europa; monarca del mundo en Bayern y en la "Nationalmannschaft". Un chico que no necesita masa muscular para demostrar su grandeza como futbolista y, por supuesto, su sex-appeal. Bello, talentoso y de extrovertida personalidad, así es Thomas Müller. Será que le agregamos "fiera sexual" a la lista de atributos que lo describen? Veamos si cumple con esta calificación a través de la siguiente historia:

Un extenso campo a las afueras de Munich. Una enorme granja ubicada dentro de miles de hectáreas cubiertas de arbustos en variedad de tonalidades, desde verde hasta naranja. En la granja, una enorme caballeriza que alberga a 20 caballos que son usados para la práctica de la equitación.

En un día normal, yo visité la caballeriza para inspeccionar el lugar. Conmigo estaba Lisa, una joven que practica equitación; quien me enseñaba a cada uno de los equinos que ha montado bien sea para pasear como para sus competencias. "Esta es Bella, una yegua muy activa cuando compito en campeonatos de equitación. Con ella gané la última medalla en una competencia regional", me decía Lisa. "Hermosa yegua y está bien alimentada, porque está gordita (risas)", le comentaba a ella. Acto seguido, Lisa me muestra un caballo particular: "Éste es Martin, un caballo que me regaló mi padre cuando cumplí 18 años. A éste lo monto cuando quiero recorrer el campo". Yo me asombré ante la belleza de equino y dije: "qué caballo tan bello, blanco con manchas marrones. Me encantan estos animales así, son hermosos" Tras revisar cada caballo, Lisa me llevó adentro de la casa ubicada en la granja. Me enseñó las habitaciones, los baños, la sala de estar, la cocina y el enorme patio con parrilla y piscina. "Quiero que te quedes hoy, mi esposo traerá comida y cerveza porque haremos un gran 'barbeque' bávaro. Qué te parece?", me dijo Lisa invitándome a su parrillada; la cual no tuve problemas en aceptar. 45 minutos después, aparece el esposo de Lisa en la granja, junto a algunos amigos. El hombre en cuestión hizo que lo mirara por varios segundos. De cabello castaño, ojos camaleónicos (a veces marrones claro, a veces miel e incluso verdes), sonrisa jovial, una dentadura cuyos colmillos parecen de vampiro y de cuerpo no muy musculoso pero sí de espigada figura.

"Mi amor, cómo estás? Thomas, te presento a Carla. Carla, él es Thomas, mi esposo", nos presentaba Lisa. "Un placer Thomas", le dije a él; a lo que él contestó: "el placer es mío, Carla". Tras hablar por breves minutos, los amigos de Thomas trajeron toda la carne (básicamente de res y cerdo) para la parrillada. Me senté con ellos en una amplia mesa para sazonar las carnes mientras bebíamos cerveza autóctona de Baviera. Colocamos las carnes y las salchichas en el asador y preparamos las mesas y los toldos para esta reunión al aire libre. A medida que el tiempo pasaba, cada invitado iba llegando a la granja. Todo aquel que llegaba, era recibido en sus mesas con una buena jarra de la más espumosa cerveza bávara. Cuando llegaron todos, Thomas y Lisa se levantaron para recibirlos. Mientras la fiesta iba fluyendo, cervezas iban y venían y por ende, la gente empezaba a excederse de tragos. Thomas no fue la excepción. Ni yo lo fui. Tampoco Lisa. Ella se embriagó tanto que decidió ir a dormir; un momento que aproveché para disfrutar lo que quedaba de día con Thomas. Dejamos por un rato a los invitados bailando y pasándola bien mientras Thomas y yo, súper embriagados, nos fuimos a un rincón lleno de árboles detrás de la caballeriza. Thomas se acostó en la grama y yo me puse encima de él mientras lo abrazaba y besaba con mucha intensidad, nos fuimos desnudando poco a poco. Inconscientemente, dado el notorio estado de ebriedad de ambos, quedamos sin una sola prenda puesta. Thomas me besaba y hasta me daba ciertos mordiscos por el cuello, los pechos y el estómago hasta llegar al clítoris, masajeándolo con su lengua y sus labios por varios minutos. Le devolví el favor a Thomas, besándole y lamiéndole el pecho y el abdomen hasta llegar más abajo. Acto seguido, me senté sobre él y empecé a moverme sin piedad mientras me abrazaba, me besaba y lamía mi cuello, mis hombros y mis pechos una y otra vez. Me acosté sobre el frío pasto mientras Thomas se posaba sobre mí agitando su cuerpo y besando mis labios con mucha intensidad. Gemidos iban y venían. Yo acariciaba su espalda de abajo hacia arriba y masajeaba su cabello mientras Thomas me penetraba fuertemente hasta que no pudo más y selló todo con un intenso beso. El frío de la noche bávara no impidió que pudiera calentar mi cuerpo y saciar mi deseo sexual. Thomas es un chico adorable, encantador y que demostró que a la hora del sexo también tiene con qué. Te dejo, Diario. Ojalá y pueda abrirte lo más pronto posible. Xoxo. - Carlita

jueves, 24 de julio de 2014

Die Sexy Mannschaft: Alemania campeón del mundo y del sexo (Edición Especial). Capítulo 1: Noche bávara de premios, glamour y sexo intenso (Yo -Sophie- + Manuel Neuer)



Querido Orange Shoe Diary:
Hallo mein freund! Hoy te abro y te saludo en un alemán algo débil (qué mal alemán! LOL); porque a propósito del reciente triunfo de la selección de fútbol de Alemania en el Mundial Brasil 2014 (equipo al cual apoyé), te contaré varias fantasías subidas de tono que he tenido con los futbolistas alemanes hoy campeones del mundo y que no sólo conquistaron al planeta entero con su juego, sino también con los encantos físicos y el sex-appeal de cada uno de sus jugadores.
Para esta primera oportunidad de esta edición especial "Die Sexy Mannschaft", traigo una historia super picante, teniendo como protagonista en esta ocasión al portero más destacado de este Mundial: el espectacular Manuel Neuer. Hora de explorar nuestra imaginación:

Munich, Alemania. Una majestuosa noche de gala. La ciudad bávara albergaba una importante entrega de premios a lo mejor del medio artístico y deportivo de Alemania: los Bambi Awards. Miles de fotógrafos activando sus flashes cada segundo que pasa. Una amplia alfombra roja por la cual pasan un sinfín de personalidades de la vida pública de Baviera y de Alemania, además de invitados internacionales. Artistas, deportistas, gente de sociedad, etc. En medio de tantas personas que se desplazaban hacia dentro del teatro donde se escenificaría esta glamorosa gala, yo llegaba al lugar escoltada por dos guardaespaldas. Lucía un vestido largo de corte sirena hecho con telas de chifón de seda en la parte superior y satén en la falda, de color rojo pasión, con un corsé en forma de corazón lleno de cristales de Swarovski que le dan brillo a la parte del busto. Los zarcillos, el anillo y las pulseras tienen incrustaciones de rubíes y diamantes. No me llamen Carla, llámenme Sophie Hoffmann. Ése es mi nombre artístico; estoy en esta ceremonia porque estoy nominada a la Artista Emergente de la música alemana, Mejor Artista Femenina y Mejor Artista Alemana, además de que presentaré el premio al Mejor Atleta Alemán y por qué no, hacer un show en vivo. Tras 20 minutos dando entrevistas y posando para los fotógrafos en la alfombra roja, entré al teatro y me ubiqué en la silla reservada para mí. Lo que no me iba a imaginar es que estaría sentada al lado de un hombre muy particular. Este hombre es un monumento de casi 1.95 metros de altura, cabello rubio, hermosos ojos azules, labios carnosos y sexys, un porte impresionante y un cuerpo de infarto. Y en traje parece un muñeco de torta (pastel) de matrimonio. Dicho hombre en cuestión apareció minutos después de haberme sentado. "Hola, tú debes ser Sophie Hoffmann, no?", preguntó. A lo que lo miré, volteé la mirada a su asiento que llevaba el escrito: "Reservado para Manuel Neuer"; lo volví a mirar y quedé congelada. "Manuel Neuer? El portero del Bayern y de la Mannschaft sentado a mi lado? Y de paso sabes mi nombre? No lo puedo creer!", le decía mientras sufría ataques de "fangirl" al momento de darme cuenta que estaríamos en la misma fila. Manuel se echaba a reír, para luego confesarme que "he escuchado tus canciones y la verdad son muy buenas. Me pareces una de las mejores cantantes alemanas del momento". "Gracias, Manuel", le respondí para luego comentarle que "me siento halagada de oír esas palabras de tu parte. Y tú, para mí, eres el mejor portero del fútbol alemán en la actualidad". Manuel respondió con un "Gracias, Sophie". Luego, le dije que "casualmente voy a presentar el premio al Mejor Atleta Alemán, premio al cual estás nominado. Te deseo mucha suerte esta noche". "Gracias, igualmente para ti en tus nominaciones", contestó Manuel. El teatro poco a poco se iba llenando de personas, faltaban 10 minutos para el inicio del evento y ya estaba todo listo. Mientras corría el tiempo, le comentaba a Manuel: "Sabías que mi equipo favorito es el Bayern?" "Ah sí? Qué bien!", decía en tono de sorpresa Manuel; a lo que respondí: "Aunque no los seguía desde antes, pero pasé mi adolescencia viendo partidos del Bayern y de la Mannschaft, por supuesto. El triplete de Munich en 2013 fue de ensueño, aún lo tengo presente en mis recuerdos". "Awww, qué linda", dijo Manuel, para luego preguntar: "Y eso que no seguías al Bayern de antes sino después que creciste? Qué edad tienes?", a lo que contesté: "Tengo 22, y tú si no estoy mal tienes 28, cierto?" "Estás en lo correcto", replicó Manuel. De repente, las luces se apagaron y el espectáculo daba inicio. "Bienvenidos a la entrega de los Bambi Awards, donde se premia a lo mejor de Alemania y el mundo"... Tras varios premios entregados y varios cantantes han hecho sus presentaciones, me tocaba presentar el premio de Mejor Atleta Alemán. Tuve el gran honor de presentar el premio al lado de quien fuera jugador de la Mannschaft, campeón de Europa en 1996 y hoy en día director de selecciones nacionales de la Federación Alemana de Fútbol (Deutscher Fussball-Bund, DFB), Oliver Bierhoff. *suena voz de fondo* Ella, es una de las estrellas pop alemanas del momento. Él, un referente del fútbol alemán de los años 90 y hoy dirigente en la Federación Alemana de Fútbol. Démosle la bienvenida a Sophie Hoffmann y Oliver Bierhoff! Al momento de salir a escena, "Herr" (Señor en alemán) Bierhoff (luciendo muy elegante en un traje negro con corbata roja, y que se mantiene sexy con el paso de los años) hacía la introducción con estas palabras: "Alemania siempre ha brindado al mundo grandes deportistas. Hombres y mujeres que, independientemente de la disciplina deportiva que practiquen, dejan huella con cada triunfo, cada medalla y cada copa que obtienen, y por ende, son motivo de orgullo para toda una nación". Yo complementaba de esta manera: "Nuestro país ha sido testigo del gran talento que se desarrolla acá y se exporta al mundo entero. El esfuerzo, la dedicación y la constancia siempre tendrá su recompensa dependiendo del porcentaje que de ese atleta física y mentalmente para cumplir su objetivo, es por eso que esta noche, cinco grandes atletas se disputan el premio al Mejor Atleta Alemán, estos son los nominados". Los nominados fueron Manuel y Thomas Muller (ambos futbolistas), los pilotos de F1 Sebastian Vettel y Nico Rosberg y la tenista Sabine Lisicki. Tras el repaso de los nominados, mientras yo abría el sobre, Oliver dijo las palabras mágicas: Y el Bambi va para.... a lo que yo leo el nombre del ganador y lo hago saber públicamente con alegría: Manuel Neuer! Manuel se levantó sorprendido al saberse ganador de este premio y subió al escenario para recoger su estatuilla. Saludó a Oliver con un apretón de manos y a mí me abrazó mientras le daba el premio. Manuel dio su discurso de aceptación de esta forma: "Wow, no sé qué decir, gracias a todos los que hicieron posible esto. Gracias a mis compañeros tanto en el Bayern Munich como en la selección nacional. Quiero compartir esto con todos los nominados porque tengo una gran relación con todos, especialmente con Thomas. Gracias a mi familia, sin su apoyo no estaría acá. Y a los fanáticos, esto es también de ustedes. Danke! (Gracias)" Tras entregar el premio siguió el show. De las tres nominaciones gané el de Artista Emergente. Más tarde subí nuevamente al escenario para cantar un tema titulado "Mesmerize me", el primer single promocional de mi primer disco, "Sophie". Luego de cantar, faltaban dos categorías más para finalizar la gala. Al terminar todo, nos fuimos al after party en un hotel cercano al teatro. En el salón había todo tipo de aperitivos y cerveza alemana por cantidades industriales. Manuel y yo estábamos sentados en la misma mesa, bebiendo cerveza y disfrutando el ambiente. "No tienes novio?", me preguntó un algo pasado de tragos Manuel. "No, y por qué lo preguntas?", le repliqué. "Sólo preguntaba", dijo él. De repente, suena "Animals" de Martin Garrix de fondo y Manuel se quita el saco y la corbata y se va a bailar, no sin antes sacándome para acompañarlo. "Ven Sophie, bailemos juntos", dijo en un tono de borracho. "Está bien niño", le contesté. Bailamos esa y un par de canciones más hasta que recogimos nuestras estatuillas que estaban en la mesa y nos fuimos a la suite donde Manuel pernocta. Mientras yo cargaba las estatuillas, Manuel tenía cuatro latas de cerveza en su mano. Las puso en el suelo para abrir la puerta, luego de abrirla las recogió y me invitó a pasar a su habitación. "Bueno Manu, me voy a mi habitación, ya te acompañé para acá, nos vemos luego", le dije. Manuel, quien ya estaba super ebrio, me dijo: "No te vayas! Quiero estar contigo esta noche. No quiero pasar la noche solo. Ven, abrázame". Yo veía que Manuel se desabotonaba poco a poco su camisa, cosa que empezaba a excitarme. Manuel abría otra lata de cerveza y se la tomaba mientras parte de la espuma caía por su sexy torso. La cosa empezaba a calentarse. Me quité mis zapatos de tacón y me bajé un poco la cremallera de mi vestido por detrás para que él me la terminara de bajar. Me acerqué a él, me le puse de espalda y él me empezaba a masajear mi cuello y mi espalda con sus labios, al mismo tiempo que terminaba de bajar la cremallera de mi vestido y quitármelo de encima. Como no usaba brassiere, mis pechos quedaron descubiertos. Manuel me despojó de la poca ropa interior que llevaba puesta hasta quedar desnuda. Sus manos recorrían mi cintura, mis pechos, mis caderas, mis piernas y hasta mi entrepierna mientras me besaba y me lamía el cuello y la espalda. Me di media vuelta, lo abracé y besé sus labios al tiempo que recorría mis manos por su inmensa espalda. Acto seguido, Manuel me acuesta en la cama y me hace sexo oral mientras sus manos iban desde mis piernas hasta mis pechos, masajeándolos una y otra vez. Me besaba mi barriga, me chupaba los pezones, subía hasta mi cuello y llegando a mis labios. Nos volteamos y yo le "respondí" con algo similar. Le quité el pantalón y la ropa interior, tomé su miembro y empecé a darle un blowjob intenso. Manuel estaba en otra dimensión al tiempo que le hacía cositas allá abajo. Luego del blowjob, besaba y lamía su torso y su pecho hasta llegar a sus labios. Me subí sobre su entrepierna y comencé a "cabalgar" encima de él una y otra vez. Manuel me agarraba de manos, me las soltaba para luego sostener mis caderas, acariciar mis brazos, mis hombros, mis pechos y mis pezones. Me incliné sobre él y besé una vez más sus labios mientras él me ponía debajo de él. Me penetraba una y otra vez. A medida que corría la noche, la cosa se ponía caliente. Manuel me ponía en cuatro y me penetraba por detrás de una manera muy intensa. Yo no paraba de gritar y de excitarme. Él me daba nalgadas de manera que aumentaba el ritmo de cada penetración. Luego me volvería a sentar sobre su entrepierna, esta vez de espaldas a él; rebotaba una y otra vez. Manuel me acariciaba la espalda, me acostaba sobre él y me pasaba sus manos por mis pechos, mi cintura y mi vagina mientras él me penetraba por mi trasero. Nos colocamos de lado y él seguia penetrándome y acariciándome una y otra vez. Nuestros cuerpos destilaban sudor como nunca. Gemidos, lamidos, besos iban y venían. Hasta que él y yo no pudimos más y caímos rendidos. Me di media vuelta, lo abracé y le di varios besos.  Más intenso no pudo estar. Una noche de glamour y estrellas tuvo su cierre con broche de oro con este momento sexual único e inolvidable. Nada mejor que un sexy alemán para echarle más leña a este fuego. Y esto es sólo el comienzo en cuanto a esta serie de aventuras eróticas teutonas. Por lo pronto debo dejarte, Diario. Espero abrirte de nuevo en una próxima oportunidad. Guten Nacht. - Carlita.

viernes, 9 de mayo de 2014

Capítulo 9: Del show de televisión al show sexual nocturno en la piscina (Carlita + Wil Myers)








Querido Orange Shoe Diary: 
Una vez más te abro para contarte una nueva fantasía beisbolera perversa. Siguiendo con esta onda de aventuras eróticas junto a peloteros no miembros de los San Francisco Giants, nos quedamos en Tampa Bay; porque otra "raya" nada desde las aguas de esta bahía del oeste de la Florida a nuestro picante espacio para derrochar sus adorables encantos y sacar la fiera sexual que lleva dentro de su apariencia de niño bueno e inocente. Se trata del más reciente ganador del Novato del Año de la Liga Americana, el outfielder que representa el valioso futuro de los Rays: el bellísimo Wil Myers. Casualmente, Wil usa en su jersey el número 9, por lo tanto quise reservar este capítulo 9 exclusivamente para este hermosísimo jovencito. Tú sabes, cábala numérica. En fin, sin más que agregar, veamos cómo fluye todo esto: 

Un centro comercial. Tiendas de cualquier tipo: de ropa, calzados, accesorios, telefonía, restaurantes, salas de cine, tiendas por departamento; todas a reventar de gente. Ese día había más gente de lo normal debido a que habrían varios eventos durante ese fin de semana. Uno de ellos sería un casting para un concurso de canto. 

El día de dicho casting, me encontraba con un grupo de amigas (Dayana, Ámbar, Vicmary y Gabriela; éramos cinco contándome), quienes íbamos al cine. Tras terminar de ver la película, fuimos a dar una vuelta por el centro comercial, comiéndonos lo que quedó del popcorn mientras veíamos lo que había tras las vidrieras de las tiendas hasta que vimos en el anfiteatro del lugar una enorme cola de gente con números colgando de sus cuellos.
 "Qué será eso?", me preguntaba. "Debe ser un casting, pero no tengo idea de qué es", dijo Ámbar. "Es un casting para nuevos talentos", exclamó Dayana; a lo que luego Gabriela agregaría: "Van de todo, desde cantantes, hasta magos y gente así. Yo no soy tan buena ni cantando ni haciendo magia, y ustedes?" "Yo menos", dijo Vicmary. Todas reímos y fue allí cuando Dayana le recordó al grupo que "aquí la dura cantando es Carla". 

"Es cierto", "verdad, Carla canta hermosísimo", "la voz de Carla es inigualable", se murmuraban las chicas mientras yo las miraba extrañamente. "Osea, ustedes quieren que yo haga ese casting, verdad?", les pregunté. "Claro querida", contestaron todas al unísono. "Que lo haga!", "que lo haga!", "que lo haga"; gritaban las chicas para convencerme de hacer el casting, lo cual tuve que aceptar para complacerlas. "Está bien, haré ese casting entonces, pues". 

Las muchachas gritaron de satisfacción al aceptar la propuesta y fuimos directo al anfiteatro del mall. Hice mi cola y esperé por varios minutos, debido a la conglomeración de gente que fue al casting. Mientras tanto, las chicas me retocaban el maquillaje, me peinaban, me daban agua y hasta me cuidaban mi puesto cuando quería ir al baño. En fin, como si ya yo fuese una artista de verdad. Pasó el tiempo y entré al mini escenario a presentar mi casting. El público me aplaudió, mis amigas andaban histéricas gritándome en señal de apoyo. Tres personas conformaban el jurado. Al principio, los jueces me contaron que si resultaba seleccionada, iría a competir en un concurso de talentos dentro de un popular programa en la televisión. 

"Cómo te llamas, jovencita?", preguntó el juez #1. "Soy Carla, un placer". "Qué edad tienes?", fue la pregunta de la jueza #2. "21", le respondí; luego vendría el juez #3: Qué nos cantarás, señorita Carla?", lo cual contesté: "Start a fire, de Dilara Kazimova, una cantante de Azerbaijan". "Mmm, no hemos escuchado nunca esa canción, ni tampoco a esa chica, sería interesante oírla",dijo el juez 1. "Pues la van a poder escuchar en este instante", les respondí. "Habrá algún piano de cola acá? Porque aquí en mi bolso tengo las partituras".

"Ahí está el maestro Dante, dale las partituras y haz tu performance", replicó la jueza 2". Le di las partituras al pianista y me puse frente al micrófono; él empezó a tocar y yo comencé a cantar: 

"♪ Someone's selling garden roses down the square / People gathering by to breathe the morning air  / But no one sees the bitter cold and shivering empty hands / A school girl running by and trying to beat the bell /  People dropping, tossing coins in wishing wells /  But no one cares for dreams that don't fit into our world / Maybe nightfall darkens skies / And maybe teardrops stain our eyes / But may the slightest light start a fire / A soldier in the hands of a forgotten mess / Digging out the burning bullets in his chest / So eager, bold and noble - printing footsteps on this earth / Maybe nightfall darkens skies / Maybe teardrops stain our eyes / But may the slightest light start a fire / Start a fire / But may the slightest light start a fire ♪" 

El público aplaudió fuertemente. Los jueces me felicitaron y de una vez me dijeron: Estás dentro de la competencia. Yo grité y salté de la alegría. Mis amigas fueron a abrazarme y a felicitarme por entrar a la competencia. Al día siguiente entré al estudio del programa de TV donde actuaría. Dicho programa es maratónico, dura unas cuatro horas al aire todas las tardes los sábados. 

Ese día, estábamos varios participantes en dicho programa, que no necesariamente todos eran cantantes. Habían malabaristas, bailarines, comediantes, magos, imitadores, declamadores de poemas, copleros; en fin, de todo un poco. Ese día, no sólo me llamó la atención cada actuación de los participantes, sino el invitado que tenían en el show. Antes de que me tocara el turno de salir a cantar, el invitado especial del programa iba camino a camerinos a arreglarse para el siguiente segmento; luego de ese segmento vendría mi presentación. Me vio y me saludó: "Hola, tú debes ser una de las concursantes del show de talento, no?" Yo le respondí que "sí, ahora en un rato salgo a cantar, después que tú salgas, claro". 
"Ah ok (risas)", dijo mientras sonreía el espigado joven de rostro angelical y perfecto, de aproximadamente 1.89 metros de estatura, piel blanca, ojos azules, cabello castaño y algo rebelde y despeinado, cuerpo atlético y bien proporcionado. 
"Me llamo William Myers, pero me gusta que me llamen Wil, así con una sola L; es decir, Wil Myers (risas)", me dijo el chico presentándose ante mí. "Un placer conocerte, Wil. Me llamo Carla", le contesté tendiéndole la mano. "Lindo nombre (guiño)", dijo Wil, para luego preguntarme que, aparte de cantar, qué otras cosas hacía. 
"Estudio en la universidad y me encanta leer, componer canciones y poemas y ver un buen partido de beisbol". Wil diría luego en tono de sorpresa: "Ah sí? Te gusta el beisbol? A mí también. De hecho lo practico. Juego en las Grandes Ligas con los Rays y me ha ido bien. Hoy me invitaron porque querían que hiciera un reto. Haré un número musical con una canción totalmente inédita, y pues estoy un poco nervioso (risas)". 

Yo me reí y después le dije: "Pero me imagino que has ensayado toda esta semana para esta presentación, verdad?". "Claro!", exclamó Wil. "Antes de cada práctica esta semana ensayaba, tuve un día libre y lo aproveché para perfeccionar el acto y ya pues hoy lo presento. Ha habido mucha expectativa ante esto porque soy el primer beisbolista que hace este tipo de retos (risas)". "Me imagino, porque no es común ver a un beisbolista actuando como un popstar aunque fuese por un día (risas)", le dije. Wil contestó: "Es cierto (risas). Te dejo porque debo ir a arreglarme, mucha suerte, Carla. (Susurro al oído) Si quieres después del programa salimos a cenar". Le exclamé susurrándole al oído: "Me parece excelente idea! Ok mi vida, nos vemos entonces".

 Después que los que estaban delante de mí hicieran sus presentaciones, me tocaría el turno. Los mismos jueces del casting estaban allí en el estudio evaluando cada performance. Pero antes habría un paréntesis en la competencia para el momento del gran invitado de la tarde-noche. El animador del show se dispone a presentarlo: Estamos de vuelta en "Estrellas del Fin De Semana", un placer saber que siguen en sintonía con nosotros. Y ahora, llegó el momento de recibir a nuestro gran invitado de la noche. Es un joven exitoso, talentoso y con un gran futuro por delante dentro de los Tampa Bay Rays. Sí, es beisbolista y hoy ha venido porque cumplirá el Reto del Talento para Celebridades, por 10000 dólares que serán destinados a causas benéficas. Ha preparado un número musical con una canción totalmente inédita. El ballet del programa está dispuesto para acompañar en la danza a quien hoy asume el Reto del Talento de Celebridades correspondiente a esta semana, la futura cara de franquicia de los Rays, Wil Myers!" 

El público (en su mayoría chicas vestidas con el jersey de Wil) enloqueció con sus gritos de "fangirl". El grupo de baile empezó a ejecutar su coreografía. Wil apareció en el escenario luciendo como toda una estrella pop, aunque fuese por un día. Los gritos del público subían de decibeles al aparecer él en el escenario; ataviado con una t-shirt color turquesa, unos pantalones negros y una gorra con el ala atrás. 

 Yo lo veía en el backstage, reía y disfrutaba de ese momento al mismo tiempo que escribía en mi bloc de notas un poema inspirado en él. Mientras tanto, Wil bailaba y cantaba cosas como: "Quiero que le des luz a mi oscuridad / quiero que sea tu sonrisa la que me haga delirar / Yo quiero ser el aire que tú sueles respirar / quiero quedarme a tu lado hasta el final / contigo yo soy feliz / sin ti no puedo vivir / me mataría tanta soledad / así que quédate conmigo un rato más. Ohhh no! *suena la música* *En el fondo aparece un coro cantando este estribillo*: Quiero que le des luz a mi oscuridad / no deseo vivir con la soledad/ quédate un rato más *Wil cantando*: Oh baby quiero vivir contigo hasta el final / como tú no hay otra en el mundo igual / sólo a tu lado quiero estar ah ah ah *El coro de nuevo*: Quiero que le des luz a mi oscuridad / (Wil: Oh oh ooooh) no deseo vivir con la soledad / quédate un rato más *Wil*: Oh muñequita sin ti no soy feliz / sin tus besos no puedo vivir / ven y quédate junto a mí yeeeah. Ohh mi niña. Oh oh oh oh. Yo quiero tener tu amor ooooh... 

Tras su actuación, Wil ganó los 10000 dólares y volvió al backstage. Yo estaba preparándome para salir a cantar, cuando él se acerca a decirme: "Mucha suerte, Carla. Sé que lo harás bien (guiño)". "Gracias, Wil", le contesté. "Por cierto, lo hiciste bien. Para ser un show de alguien que juega beisbol casi todos los días, estuvo fantástico". "Ah ok, gracias mi amor (Risas)", respondió Wil, para luego agregar: "Recuerdas lo de hace rato no? Que te dije que íbamos a salir después del programa. Bueno, acá te esperaré. Al terminar, salimos a comer, te parece?" "Genial mi vida", le repliqué. "Ya me toca salir". Wil me abrazó y me dio un beso en una mejilla como señal de buena suerte. 

El animador me presenta: Y ahora presentamos a nuestra siguiente concursante, con el tema "Start a fire", recibimos a Carla! El público aplaudió mientras empezaba a tocar el piano. Wil en backstage sonreía mientras yo cantaba. Al terminar mi performance vinieron los 5 últimos concursantes antes del veredicto final. Esa noche, el ganador se llevaba 50000 dólares y el segundo lugar ganaba 25000. Logré el segundo puesto. El primer lugar se lo llevó un mago que se llevó grandes aplausos con su acto de magia. 

Al terminar el show, Wil y yo, tal cual como lo cuadramos, fuimos a comer en un In-N-Out. "No te había dicho lo bien que cantas. Tienes un gran talento", me dijo mientras mojaba una papa frita en salsa de tomate. "Gracias mi amor", le respondí a su elogio para luego beber un sorbo de malteada de chocolate. Después de degustar las hamburguesas, papas fritas y las malteadas de chocolate y fresa, Wil me llevó a su casa en su camioneta Jeep último modelo. "Por qué me traes acá?", le pregunté. "Quiero que pases la noche conmigo hoy", respondió Wil. Estoy solo y pues me hace falta algo de compañía". "Pero yo no tengo más ropa", le dije. Wil me sonrió y me dijo que estuviera tranquila; "te llevaré a tu casa para que busques algo de ropa y te quedes conmigo en mi casa esta noche. Ah, y metes un traje de baño. Mi casa tiene piscina con jacuzzi y pues si quieres echarte un chapuzón allí, no veo algún problema para que lo hagas". 

Wil me llevó a casa y fui a buscar dos franelas, un short, un blue jean y ropa interior, además de desodorante, perfume, cepillo y crema de dientes. Y además agarré mi traje de baño de dos piezas de estampado floral, una toalla y el bloqueador solar. Metí todo en un pequeño bolso y volví a montarme en la camioneta de Wil; quien nuevamente me llevaría a su casa. Al llegar allí, Wil me mostró su "nidito". La cocina, los dos baños, la sala de estar, los dos cuartos, un enorme patio con una parrillera grande, perfecta para cuando le provoque hacer un BBQ y por supuesto, la piscina con el jacuzzi. "No sé si quieres un coctelito, una cerveza o algo así", me ofreció Wil. "Una cerveza no caería mal. Que esté bien fría", le pedí. "Está bien", contestó él. Wil fue a la cocina a buscar la cerveza mientras yo me ponía mi traje de baño dispuesta a bañarme en el jacuzzi. Al traerme la cerveza, Wil se sorprendió de lo rápido que me cambié para meterme a bañar. "Wow! Tú no pierdes tiempo. Acaso eres hija de Flash?", decía mientras me entregaba la botella de cerveza. "(Risas) No vale, es que no me pude resistir. *se bebe un sorbo de cerveza* Esta cerveza está divina". Wil y yo reíamos, bebíamos nuestras cervezas y nos miramos fijamente, hasta que él me dio un beso en la boca. Y fue allí cuando empezó a calentarse el asunto. Wil se quitó la franela y quedó sólo con sus shorts puestos, se metió al jacuzzi con su botella de cerveza en mano, tomó un sorbo y empezó a mojarme. Me besaba y pasaba su lengua por mi espalda y mi cuello suavemente mientras con sus manos sostenía mi cabello. Me quitó la parte de arriba del bikini y empezó a besarme en el cuello y a pasar sus manos por mis hombros, mis pechos, mi estómago y mis piernas. Me di media vuelta y me senté sobre él. Le di de beber lo que sobraba de mi cerveza como si fuera un tetero y le acariciaba los hombros, los brazos, los pectorales, el abdomen y las piernas. Le besaba y le pasaba mi lengua por sus mejillas rojas, su cuello, su pecho y su planísimo y perfecto abdomen. Wil me quitó la parte de abajo del bikini, yo respondí el gesto quitándole el short y me terminé de sentar sobre su entrepierna. Lo abrazaba y me aferraba a él mientras me movía suavemente sobre su entrepierna, al mismo tiempo que besaba sus rosados labios y enredaba mis manos en su rebelde cabello. Wil me mojaba mientras yo sentía placer sobre él. Luego, Wil me sacó del jacuzzi y nos lanzamos abrazados a la piscina. Nadamos unos breves segundos y nuevamente nos abrazábamos y nos besábamos varias veces. Salimos de la piscina y nos acostamos en una de las orillas. Wil se puso sobre mí, besándome desde mis labios, pasando por mi cuello, mis pechos, mi estómago, mi clítoris y mis piernas. Me puso boca abajo y me hizo varios masajes en mi espalda, para luego pasar su lengua y sus labios allí varias veces. Me sentía en la gloria con cada beso, caricia y estímulo de su parte. Wil se acostó y yo me senté sobre su entrepierna moviéndome suavemente, al tiempo que él ponía un dedo de su mano izquierda sobre mi boca para morderlo y chuparlo. Su otra mano se posaba sobre mi estómago y subía hasta mi pecho y mi hombro derecho. Sus manos recorrían mi cuerpo una y otra vez mientras estaba encima de él. Me incliné sobre él y nos volteamos. Ahora era él el que nuevamente estaría sobre mí. Me penetraba lentamente y variaba el ritmo constantemente. Me abrazaba, pasaba sus labios por cada espacio de mi cuerpo empapado tanto del agua de la piscina como de sudor. Lamía mi cuello una y otra vez. No paraba de besarme. Hasta que no pudimos más, sellando la noche de pasión con varios dulces besos.

Creo que de todas estas fantasías que he escrito hasta ahora, ésta es la más suave y delicada que he tenido. Y es comprensible, porque Wil es de esos chicos que al momento de hacer el amor, hay que hacérselo con cariño y dulzura, porque es lo que irradia. Su hermosa sonrisa, su mirada inocente y su dulce voz imaginándola al cantar en ese programa fueron los detonantes para que pudiera tenerlo conmigo, así fuese de forma ficticia. 

Te dejo, Diario. Continuaré con mis actividades habituales; espero abrirte pronto. 

 -Carlita

jueves, 1 de mayo de 2014

Capítulo 8: Entre almuerzo, cine y sexo con un Adonis de Tampa Bay (Carlita + Evan Longoria)





Querido Orange Shoe Diary: Hoy te vuelvo a abrir para contarte una nueva fantasía. Para esta nueva aventura perversa, dejamos a un lado a la gente de los San Francisco Giants y exploramos por otros equipos para conseguir gente dispuesta a calentar estas páginas. Para esta historia que te contaré hoy, una “Raya” nada desde las aguas de Tampa Bay hasta este picante cuaderno con miras a buscar a una hembra de su especie para aparearse: Evan Longoria, la cara insigne de los Tampa Bay Rays. Que no se hable más y que empiece este sarao:

St. Petersburg, Florida. Una ciudad cercana a Tampa y a Clearwater que forman parte de la región conocida como Tampa Bay. Gente caminando por las calles de la ciudad pequeña pero próspera. Corazón financiero y administrativo de la bahía de Tampa.

En una mañana soleada y resplandeciente, yo me encontraba trotando en el boulevard de la ciudad, a orillas de la bahía. Luego de 20 minutos de trote y unos cinco más de caminata por todo el lugar, me hidraté y volví a mi apartamento en un lujoso edificio del centro de “St. Pete”. Tomé un baño y me cambié de ropa para ir luego a una reunión de trabajo en una agencia de publicidad. Mientras iba caminando con mis carpetas en mano, aceleraba el paso y los taconazos a un ritmo muy agitado; y es que andaba super apurada porque iba con algo de retraso.

Al llegar a la puerta del edificio, no me fijé quién venía por delante y tropecé con un hombre que iba entrando al mismo edificio. El choque entre ambos hizo que se me cayeran las carpetas. El hombre, de piel bronceada, cabello castaño oscuro, ojos marrones claros (a veces color miel), de imponente estatura y cuerpo atlético y muy bien tonificado; muy amablemente me ayudó a recoger los papeles y a guardarlos en dichas carpetas. “Perdón por haber tropezado, es que andaba muy apurada, siento que voy retrasada y me van a matar allá en la oficina. Gracias por ayudarme a recoger las cosas que se me cayeron”, le dije a este hombre, lo cual respondió: “Tranquila, para la próxima ten más cuidado. Soy Evan, mucho gusto”. “El gusto es mío, Evan. Soy Carla, un placer conocerte”, le contesté. “Estoy en el piso 8 por si deseas buscarme y pedirme ayuda en lo que quieras”, rematé. Evan, con una sonrisa en su rostro, me respondió: “Está bien”. Ambos entramos pero no seguimos juntos. Evan fue a la recepción y yo tomé directo el ascensor para ir a mi oficina en el piso 8. Al llegar a la oficina, entregué las carpetas a mi jefe y nos pusimos a debatir ideas sobre una campaña turística para la ciudad y venderla ante el mundo.

Tras horas y horas mostrando diapositivas y creando varios slogans para dicha campaña, fui a mi escritorio cuando una de las empleadas me avisa que “hay un tal Evan en la puerta del ascensor que quiere hablar contigo, Carla”. “Dile que ya voy”, le contesté mientras le daba a “Save” a un archivo de Excel que tenía abierto en la computadora. Fui hacia la zona del ascensor y efectivamente estaba Evan allí parado. “Y eso que pasaste por acá?”, le pregunté. “En el momento que estábamos ahí afuera, por ayudarte a recoger tus cosas, olvidé por completo pedir tu número de teléfono e invitarte a almorzar ahora al mediodía en el restaurante que está en la planta baja de acá, no sería mucha molestia, señorita?”, replicó Evan extendiendo su invitación a almorzar con él al mediodía. “Ok, no hay problema. Nos vemos al mediodía, Evan”. Nos intercambiamos teléfonos, e-mails y me fui de regreso a mi escritorio. Dos horas después, el reloj marca las 12 del mediodía.

Toca la hora del almuerzo y es en ese momento cuando suena mi teléfono móvil y, tal y como me lo imaginé, es Evan llamándome para saber si iba en camino. “Ya estoy en el ascensor, dame unos 5 minutos y estoy allá, te parece?” “No hay problema, Carla. Acá te estoy esperando mientras tomo una copa de vino tinto”, me contestó Evan.

Diez minutos después, aparezco en el fino restaurante del edificio. Un lugar donde se sirve lo mejor de la gastronomía mediterránea, española e italiana; todo en un mismo sitio. Licores selectos y finos, música selecta y bohemia, gente trabajadora y bien posicionada económicamente hablando sentada en las mesas deleitando sus paladares. En fin, el lujo por donde sea. Al llegar allí, Evan se levantó y me llevó a la mesa donde él estaba sentado. Ya tenía guardado mi puesto y además tenía servida una copa de vino para mí. “Oye, no te hubieses molestado en todo esto del vino y el almuerzo”, le dije en tono sorpresivo. Evan soltó una pequeña carcajada y con una resplandeciente sonrisa, me dijo: “Esto lo hago no sólo por agradecerte el haberme permitido ayudarte a recoger lo que se te cayó esta mañana, sino también como una manera de homenajear a la belleza de mujer que eres”. Yo me sonrojé y suspiré tras esas palabras de Evan. En ese momento, el mesonero llega con el menú. Yo pedí una paella española con un jugo de piña. Evan pidió una pasta a la napolitana y otro vino tinto. Mientras venía la comida, Evan me contaba cosas de su vida: “Yo juego beisbol todos los días, pero cuando no estoy jugando, me encanta cocinar. Soy muy bueno en la cocina. Aprovecho mis vacaciones para tomar cursos de chef y cuando hay una reunión familiar o de amigos, yo hago casi todos los bocadillos”.

"Wow, entonces tú eres todo un cocinero que juega beisbol", le dije soltando una carcajada. Al rato, llegaría la comida. Mientras degustábamos nuestros platillos,Evan me invita a salir esta noche. Yo acepté la invitación. "Te paso buscando a tu casa a eso de las 5:30. Iremos al cine, y de ahí iremos a donde tú quieras, te parece?", me dijo él. "No hay problema, cariño". Le di la dirección de mi casa para que pudiera ir a recogerme.

Luego del almuerzo, Evan se fue a su casa y yo subí a mi oficina a seguir trabajando. Como era un viernes, salí de allí a las 4 pm y de una vez me fui a casa. Busqué mi ropa, me bañé, me arreglé y esperé a Evan, quien se apareció media hora antes. Al bajar del carro, me dijo: “Estás hermosa”. “Gracias”, le respondí. Evan me montó en el carro y fuimos al cine. Dos grandes cajas de popcorn y vasos de refrescos fueron suficientes para disfrutar de la película que ambos fuimos a ver.

Tras la película, Evan me llevó a casa. Al dejarme, iba a punto de arrancar cuando le dije: “No te vayas, quédate conmigo hoy”. Evan se sorprendió al escuchar esas palabras, y preguntó por qué. “Mis padres salieron de viaje este fin de semana y no regresan sino hasta el domingo”. “Está bien, pero deja que vaya por algo de ropa a mi casa y me quedo contigo este fin de semana, si va?”, respondió Evan, para luego acelerar su carro e ir rumbo a su casa. 20 minutos después, Evan toca el timbre de mi casa. Le abro la puerta y lo recibo con un fuerte abrazo. Le llevo su pequeña maleta a mi cuarto.

"Me voy a bañar, dónde está el baño?", preguntó. "Allí enfrente tienes el baño mi amor", le respondí. Evan se quitó la ropa y se metió a la ducha. Yo veía la televisión hasta que me percaté que la puerta del baño estaba abierta. Desde mi cama, podía ver la puerta corrediza de la ducha, que es tan transparente que podía ver claramente a Evan bañándose. Mientras lo veía ducharse, empezaba a sentir deseo. Su atlético y sexy cuerpo mojado provocaba en mí mucha lujuria. Me calentaba más cuando la espuma formada por el jabón corría por el cuerpo desnudo y mojado de Evan. Mordía mis labios, pasaba mi lengua sobre ellos una y otra vez.

No pude resistir y fui directo al baño. Me desnudé y entré a la ducha. “Tranquilo, yo también ando algo apestosa y me quiero duchar, no sería mucha molestia si me baño contigo?”, le dije a Evan. Su respuesta fue: “Éste es tu baño y yo no tengo problema en que lo quieras compartir conmigo”.
Ambos reímos y empezamos a jugar entre nosotros con el jabón. Yo le pasaba el jabón por su pecho, su abdomen, sus muslos, sus piernas; subía y se lo pasaba por su trasero, su espalda, sus hombros y sus brazos. Él hacía lo propio con el jabón, pasándolo por mis hombros, mis brazos, mis pechos, mi cintura, mis caderas, mis piernas y mi vagina. Evan soltó el jabón y empezó a masajearme y acariciarme en todo mi enjabonado cuerpo. Me besaba y lamía mi cuello mientras su mano derecha hacía cosquillas en mi vagina y su otra mano me sostenía por la cintura y me acariciaba desde mi cadera hasta mis pechos, mientras estábamos bajo la ducha mojándonos. Me di media vuelta y empecé a besarlo y abrazarlo con mucha pasión y lujuria. De la ducha nos fuimos a la cama. Evan me acostó en mi cama y empezó a besarme desde mis labios, pasando por mi cuello, mis pechos, chupando mis pezones, lamiendo mi estómago y mi clítoris. Evan me penetró y empezó a moverse sobre mí intensamente. Gemidos y leves gritos hacía mientras él se movía sobre mí y a su vez me besaba desde mis labios hasta mi cuello. Me agarró y me sentó sobre y de frente a él. Yo me agitaba sobre su entrepierna una y otra vez, mientras él acariciaba mi espalda, mis hombros, mis pechos y besaba mi cuello y mis labios. Luego, Evan se acostó y yo me quede encima de él, seguía agitándome, mientras él pasaba sus manos una y otra vez por mis caderas, mis pechos, mis hombros y mis brazos; nos agarrábamos de manos, me ponía su dedo en mi boca y se lo chupaba y mordía suavemente. Mis manos acariciaban su pecho una y otra vez. Me inclinaba hacia su pecho y se lo besaba y lamía una y otra vez. Acto seguido, Evan y yo nos acostamos de lado, él detrás de mí. Me penetraba por mi trasero y me agarraba por la cintura al mismo tiempo que ambos seguíamos moviéndonos sensualmente. Me pasaba su mano derecha por mis pechos, mi vagina, mi pierna derecha, mi espalda y mi hombro. Evan cambiaba la intensidad de sus movimientos de lenta a rápida; yo reía, gritaba y gemía cada vez que él lo hacía, hasta que nuestros cuerpos no aguantaron más y se detuvieron. Llenos de sudor, Evan y yo nos abrazamos y nos besamos continuamente.

Vaya noche picante en Tampa Bay, eh? No tengo palabras suficientes para describir esta aventura. Evan Longoria es uno de los hombres más sexys dentro de la MLB y el hecho de haber tenido esta fantasía con él sencillamente habla por sí sola. Valió la pena salir por un momento de la “zona de confort” y explorar otro tipo de gente sin salirnos del beisbol.
Te dejo, Diario. Espero abrirte en una próxima oportunidad.
- Carlita.
 

jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 7: Cuando dos mundos se unen para el sexo (Carlita + Alma + Tim Lincecum + Robert Lewandowski)








Querido Orange Shoe Diary: Hoy te traigo una fantasía bizarra pero a la vez muy sexy. Dos mundos se unen para un mismo fin: el mejor sexo. Tim Lincecum se presta una vez más para la diversión en nuestro diario, pero se le unirá un personaje atípico para estos párrafos beisboleros pervertidos: Polonia nos exporta el ingrediente extra para este "cruzado" de beisbol, fútbol y sexo intenso: la estrella del Borussia Dortmund y futuro jugador del Bayern Munich, Robert Lewandowski. Así comienza esta fascinante, bizarra y caliente fantasía: 

Un día como cualquier otro en San Francisco. Los jugadores de los Giants se encuentran dispuestos en el engramado del AT&T Park para practicar de cara a una nueva serie dentro del calendario de la temporada regular. Mientras los chicos entrenan, Alma y yo nos encontramos en el sector de Triples Alley recibiendo a nuestro invitado para esta noche de juego: Robert Lewandowski. La estrella polaca del club de fútbol de moda en Alemania y Europa, el Borussia Dortmund, fue electo para hacer el lanzamiento ceremonial del partido que esa noche disputarán los Giants contra los Padres. Robert se encuentra en la Bahía aprovechando la visita del Dortmund para jugar unos partidos amistosos contra el Bayern Munich desde el nuevo y moderno Levi's Field, la nueva casa de los San Francisco 49ers (NFL). El día antes, Philipp Lahm, capitán del Bayern, lanzó la primera bola. Hoy, es el turno de "Lewy". 

Alma y yo como parte del personal de protocolo del equipo, lo recibimos en el estadio. "¡Hola Robert! Un placer recibirte", le dijo Alma, a lo que yo vine y agregué: "Bienvenido a San Francisco, a California, a los Estados Unidos y por supuesto, a la casa de los San Francisco Giants, el AT&T Park". "Gracias, es un placer estar aquí. Encantado totalmente con su recibimiento y con lo hermosa que es esta ciudad", respondió Robert, para luego hacer un tour por las instalaciones del parque. Desde las oficinas hasta el clubhouse del equipo, pasando por el McCovey Cove, @ Café SFG y Ghirardelli hasta entrar al campo a conocer a los jugadores. En representación de ellos, Tim Lincecum, lo recibió y le enseñó lo básico del beisbol y hasta cómo lanzar su icónica mecánica de pitcheo, debido a que vio en el espigado polaco una contextura corporal similar a él, perfecta para ejecutar dicha mecánica. "Wow, vaya que esto que haces es complicado", le dijo Robert a Tim mientras éste lanzaba una pelota como demostración. Tim le explicaba: "No es complicado si lo practicas más a menudo. Mi padre me enseñó esta mecánica cuando era niño; me colocaba un billete de 1 dólar en la tierra y con mi cuerpo tenía que ejecutar un movimiento de efecto catapulta. Alzo mi pierna izquierda, giro todo mi cuerpo hacia adelante, lanzo la pelota con mi brazo derecho, mi pierna izquierda se eleva lo más que pueda mientras que mi pierna derecha queda firme en la tierra y luego de lanzar la pelota debía agarrar el billete que estaba en el suelo. Qué tal? Así fue como aprendí esta mecánica" "Wow, impresionante", exclamó Robert. Mi padre también fue deportista: practicó judo y jugó fútbol. Falleció cuando yo tenía 16 años y cada vez que anoto un gol o hago entrenamiento extra yo siempre digo que todo lo que hago va para él. Lo quería muchísimo". 

"Oh, lo siento mucho", dijo Tim en tono serio, para luego rematar: "Es bonito que recuerdes a tu padre y que todos tus éxitos vayan en honor a él. Yo también soy así con mi papá, a él le debo todo lo que soy y cada logro que obtengo se dedico a todos aquellos que te rodean, pero más a él". Ambos siguieron hablando y practicando los pitcheos, mientras Alma y yo los observábamos conversando. "Robert es guapísimo y me encanta su acento.", decía Alma. Yo le contestaba: "Además que si te fijas bien, ellos podrían tener algún parentesco, porque fíjate en el físico de ambos: tienen prácticamente la misma contextura corporal, casi la misma forma de sus ojos (más no el color), y sus historias y logros son similares, ¿no crees mi Almita hermosa?" 

"¡Cierto! Hasta primos lejanos podrían ser *risas*", contestó Alma muerta de risa. Luego, nos acercamos a ellos y les preguntamos qué tal el "intercambio" entre ambos. "¿Cómo viste a Robert en estas pequeñas lecciones de beisbol que le diste, Timmy?", le pregunté a Tim, a lo que éste aseguró en ese instante: "Vi muy bien a Robert, lanza muy bien la pelota y espero que no falle cuando haga el lanzamiento ceremonial esta noche. De todo lo que le enseñé, lo aplicó en buena forma; por mí pasó la prueba *risas*"
"¿Y tú Robert, cómo sentiste estas lecciones básicas de beisbol que te dio Timmy?", le preguntó Alma. Robert replicó: "Wow, ya sé por qué este deporte no es tan popular en Polonia *risas*. Es algo exigente y a la vez divertido. Me llevo una gran experiencia". 

Luego de las lecciones de beisbol, era el turno de revertir los papeles. Ahora Timmy recibe clases de fútbol de parte de Robert. Ambos practicaron pases cortos, pases largos, tiros libres, penales y corners. Robert hizo las labores que normalmente cumple Roman Weidenfeller en la portería del Dortmund para tratar de detener los "penales" cobrados por Tim. Éste hizo 10 cobros de penales, de los cuales marcó 6 y falló 4. Robert quedó impresionado por la forma que Tim mostró sus dotes de futbolista. "Wow, si te ven Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, van a querer retirarse *risas*", le dijo Robert a Tim, elogiando su demostración con el balón. "¿En serio? No creo que sea para tanto *risas*. Gracias, Robert", le contestó.
Después de este "intercambio", tanto Robert como Tim posaron juntos para los fotógrafos que estaban en el campo tomando instantáneas de este encuentro de dos mundos. Reporteros gráficos, periodistas y camarógrafos de TV tanto de San Francisco y otras partes del territorio estadounidense, como alemanes y hasta polacos que se dieron cita esa tarde, captaron cada palabra durante las entrevistas y cada instante de ese momento único. 

Tres horas después, se daba la ceremonia previa del partido de la noche. Después de interpretarse el himno estadounidense, se presentó a Robert para el lanzamiento ceremonial. Alma y yo estábamos junto a Tim y Robert mientras la locutora interna del estadio presentaba en ese momento al gran invitado internacional de la noche. "Para realizar el lanzamiento ceremonial de esta noche, tenemos a un invitado internacional de lujo. Un joven jugador de soccer cuya fama y reconocimiento mundial llegó al momento de anotarle él solo, 4 goles ante el Real Madrid, para darle el triunfo por 4-1 a su equipo, el Borussia Dortmund de la Bundesliga de Alemania en el partido de ida de semifinales de la UEFA Champions League. Le ha dado a este equipo en 3 años de servicio dos campeonatos de Liga, una Copa de Alemania y la figuración como subcampeón de Europa en la última edición de la ya mencionada Champions League. Figura de este club alemán y de la selección nacional de fútbol de Polonia, le damos la bienvenida no sólo al AT&T Park, sino también a Estados Unidos, a San Francisco y a California al talentosísimo futbolista polaco, con el número 9 en Dortmund y Polonia, ¡Robert Lewandowski!" 

Robert, ataviado con el conjunto de entrenamiento del Dortmund (pantalón de lana negro con rayas amarillas, pullover negro con los números 1909 en amarillo), zapatos deportivos Nike y una gorra de los Giants en su cabeza, saludó al público del estadio, que lo aplaudió efusivamente. "Y recibiendo el lanzamiento inicial de parte de Robert, nuestro dos veces. Ganador del Cy Young, con el número 55: ¡Tim Lincecum!"; así anunciaba la voz interna del estadio al consentido de la afición. Por supuesto, la ovación más fuerte se la lleva Tim, por ser el de la casa. Robert le lanza la pelota a Tim y éste la recibe sin problemas.
Tras la breve ceremonia, Tim le entregó a Robert un jersey personalizado de los Giants con su apellido (Lewandowski) y su número 9. Éste respondió el gesto con una camiseta del Dortmund para Tim, igualmente personalizado con su apellido (Lincecum) y su número 55. Tras algunas fotos que les tomaron los reporteros gráficos a ambos, tanto Alma como yo fuimos a recogerlos para el dugout del equipo. Los cuatro nos fuimos directo al clubhouse. Robert nos extendió la invitación a los tres para el partido en el Levi's Field pautado para el día siguiente. "¿Tienen planes para mañana? Porque ustedes me han tratado tan bien que decidí regalarles tres entradas para el partido de mañana en Levi's Field". 

"Qué bien que nos invitas", dijo Tim. "Casualmente, tenemos día libre mañana y pues no habría ningún problema en ir para allá y verte jugar", agregó. "Sería fabuloso, pues claro que aceptamos ir a verte", le dije. "Almita, aquí hay tres entradas, ya sabes qué significa", le expresé a Alma, a lo que ella respondió: "Claro que sé lo que significa...." 

Al día siguiente Tim, Alma y yo estábamos en el Levi's Field aupando a los dos equipos alemanes en el campo. Alma ligaba al Bayern, mientras que Tim y yo decidimos aupar al Borussia. El partido fue reñido en todo sentido, a tal punto de terminar empatado a dos goles. Arjen Robben y Franck Ribery anotaron por el Bayern y Robert hizo los dos goles de su equipo. Al finalizar el partido, fuimos los tres a esperar a Robert a las afueras del vestuario del Borussia Dortmund. 

"Qué maravilloso verlos acá", nos dijo con alegría, para rematar luego diciendo: “Gracias por venir a verme a mí y al equipo jugar”. "Gracias por invitarnos a verte jugar, lo hiciste genial", le dije yo. Alma agregó también su elogio: "Estuviste increíble, tu juego es fascinante". Tim no se quedó atrás: "Eres un duro jugando. Quedé impresionado al verte en acción, sigue así, amigo". "Y bueno, ahora qué, ¿a celebrar? ¿Dónde es el desmadre?", dijo Robert en tono fiestero. 

Todos reímos y salimos del estadio rumbo a una discoteca. Durante toda la noche, los cuatro estábamos bebiendo, bailando y disfrutando el momento. Robert siempre estuvo con Alma bailando, hablándole y coqueteándole. Lo mismo Tim conmigo. Pasada la 1:30 am esa noche, nos fuimos al hotel más cercano y fue allí en esa habitación donde se encendió la llama de la pasión. 

Claramente pasados de tragos estábamos los cuatro. Robert desnudó a Alma delante de nosotros. Por varios minutos, Tim y yo servimos de "voyeuristas" ante lo que ellos estaban haciendo. Robert le hacía sexo oral a Alma una y otra vez. Le acariciaba las piernas, el estómago y los pechos. Mientras los veíamos, Tim me besaba el cuello y me acariciaba sin parar, despojándome mi ropa lentamente. Me acariciaba la espalda, los pechos, la cintura y hasta mi vagina. No aguantamos y nos unimos a ellos. Tim me penetraba en mi trasero mientras yo le hacía sexo oral a Alma, al mismo tiempo que ésta le hacía igualmente sexo oral a Robert. Acto seguido, yo estaba acostada de lado con Tim atrás penetrándome, acariciándome la espalda, el trasero, mis brazos y apretando mis pechos; simultáneamente Alma estaba sentada sobre Robert de espalda rebotando sobre su entrepierna sintiendo sus manos haciendo cosquillas en sus pezones y acariciando una y otra vez su espalda, sus brazos, sus hombros, su cabello, sus pechos y su vagina. A medida que pasaba el tiempo, la orgía se ponía más intensa. Alma y yo nos sentamos sobre nuestros hombres, con el éxtasis a millón. Ambas les hacíamos el amor como si no hubiera mañana tanto a Tim como a Robert. Ellos nos acariciaban una y otra vez nuestros cuerpos. Gemidos iban y venían, caricias, besos y hasta chupones. Hasta que no pudimos más y llegamos al orgasmo al mismo tiempo. 

Esa noche fue inolvidable. Pudimos contemplar cómo dos mundos se unieron para brindar algo único: una de las experiencias sexuales más fabulosas que se haya imaginado antes. Te dejo, Diario. Te abriré lo más pronto posible para traerte otra fascinante y sexy historia. Nos vemos.
-Carlita


jueves, 27 de marzo de 2014

Capítulo 6: Orgía a la Boricua (Carlita + Anacarmen + Ángel Pagán + Javier López)







Querido Orange Shoe Diary:
Perdóname por no abrirte en todo este tiempo. He estado haciendo millones de cosas que, por supuesto, me quitaban tiempo y me impedían sentarme a escribir mis más ardientes fantasías. Pero hoy, traigo una con sabor latino; un par de delicias boricuas, estrellas de los Giants: Ángel Pagán y Javier López; vienen a ponerle más picante a este diario de lo que ya tiene. Así ocurre esta historia:

San Juan, Puerto Rico. Casas antiguas, gente caminando por las calles de un lado a otro. Carros transitando, turistas extranjeros tomando fotos y llevando souvenirs de recuerdo de su estadía en la Isla del Encanto. Un hombre de avanzada edad sentado en la plaza tocando guitarra y cantando temas de su época.

A todas estas, estábamos Anacarmen y yo comiendo platos típicos puertorriqueños en un restaurante dentro de esa zona. "Amiga, esto lo que está es divino", decía Anacarmen, mientras comía arroz con habichuelas. "Totalmente, comadre. Esto está sabroso, me comería un balde", le respondí.

Luego de pagar la cuenta, Anacarmen y yo salimos a dar una vuelta por la ciudad. Tomábamos fotos, comprábamos souvenirs como recuerdo; en fin, todo lo que hace un turista serio. Hubo un momento que nos cansamos de tanto caminar que decidimos sentarnos en una banca de una plaza.  Mientras revisábamos nuestras conversaciones de Whatsapp y hablábamos de varias cosas, fijé la mirada sobre el otro lado de la carretera que da directo a la plaza. Dos hombres cruzaban la calle directo hacia la plaza.
"Ana, voltea pa' que te enamores. Mira a esos tipos que vienen cruzando la calle"; le dije. "Dios mío", contestó ella. "Así o más bellos?"

Eran dos verdaderos Dioses boricuas. El primero tiene la piel blanca, cabello corto, ojos pardos, sonrisa adorable y magnética, cuerpo atlético y torneado. El otro, de piel bronceada, igualmente de ojos pardos, sonrisa igual de encantadora, cabello ni muy largo ni muy corto y de cuerpo atlético. El primero lucía un sombrero de ala ancha y de medio lado (a lo Pedro Navaja) de color blanco y cinta negra, una camisa tipo guayabera blanca, zapatos flip flops y un pantalón corto, tipo bermuda, color gris. El otro tenía puesta una franelilla gris, flip flops y una bermuda con tela de jeans color marrón.

Tanto Anacarmen y yo estábamos en shock con semejantes monumentos de hombres. Par de sementales latinos. Ellos se acercaron a nuestra banca para preguntarnos la hora. "Son las 5:30 pm, chicos", les dije.
El del sombrero blanco a lo Pedro Navaja nos dijo: "Por su acento no parecen ser de acá, verdad?" Anacarmen y yo nos echamos a reír, para luego responder: "Efectivamente, no somos de acá, somos de Venezuela".       

"Ohh, Venezuela! Hermosa tierra, de grandes peloteros y mujeres bellas, como ustedes, señoritas", nos dijo el de piel bronceada. "Yo soy Ángel Pagán y éste es mi socio Javier López, un placer". "Mucho gusto, muchachos", les respondimos mientras les estrechábamos las manos.
Después de una breve tertulia, Ángel nos hace una invitación a una rumba: "Si no es mucha molestia, las queremos invitar a tomarse unos traguitos con nosotros en el Santiago Bar que queda a la orilla de la playa, les gustaría ir?"
"Pues claro que queremos!", le respondí. Anacarmen luego preguntaría: "Como a qué hora es la cosa?"

A lo que Javier contestó: "A las 8:30 comienza el 'party', nosotros las pasaremos buscando en el hotel donde se hospedan y las llevamos. Lleven ropa playera preferiblemente, de acuerdo?"

"De acuerdo!", respondimos Anacarmen y yo al unísono. Tras intercambiar números telefónicos y dirección del hotel, ambas nos fuimos a nuestra suite a arreglarnos. Nos pusimos nuestros bikinis, franelillas y shorts encima con flip flops en los pies. Tal y como lo planeamos, Ángel y Javier nos esperaban afuera del hotel en un Mercedes-Benz último modelo, propiedad de Javier. Nos montamos en el carro y nos fuimos a la discoteca en la orilla de la playa.

Al llegar ahí, la fiesta se puso intensa. Salsa, merengue, música electrónica, reggaeton y bachata sonaba sin parar. Ángel y Javier nos servían tragos y bailábamos con ellos. Entre trago y trago nos íbamos emborrachando, y fue allí cuando los cuatro salimos a echarnos un chapuzón en la playa. Fue allí cuando el momento se calentó. Ángel empezó a recorrer sus manos por mi cuerpo, quitándome el bikini. Anacarmen le hacía sexo oral a Javier con su cabeza sumergida en el agua.

Acto seguido, nos fuimos todos a la orilla y el show seguía. Ángel me puso en cuatro y me penetraba por detrás una y otra vez, mientras Javier respondía con sexo oral a Anacarmen, haciéndole cosquillas en su clítoris mientras acariciaba sus piernas, su estómago, la agarraba de manos y le masajeaba los pechos.

A medida que pasaba el tiempo, la cosa se ponía cada vez más picante. Javier puso a Anacarmen en cuatro y la penetraba; Ángel se acostó en el suelo, de manera que yo me sentara sobre su entrepierna y rebotara en él, a su vez que éste hacía cosquillas en mis pezones y pasaba sus manos por todo mi cuerpo.

Y cada vez más subía la intensidad. Ahora era Javier el que me penetraba por detrás, acostados de lado; entretanto Ángel estaba justo a mi lado con Anacarmen sentada sobre su entrepierna moviéndose como loba en celo. Javier me acariciaba una y otra vez, metiéndome la mano en la vagina y acariciándome las piernas, dándome nalgadas y cosquillas en los pezones; yo le acariciaba el torso a Ángel y él hacía lo propio con Anacarmen, con cosquillas en los pezones, masajes en sus pechos y caricias por todas partes, caricias que iban y venían, hasta que no pudimos más. 

Cuánto sabor y fuego hubo esa noche. Una noche boricua que quedará para el recuerdo. Playa, fiesta, tragos, sexo, un par de sexys latin lovers, qué mejor que eso? Nada.
Toca dejarte, Diario. Espero no abandonarte más de la manera que lo hice esa última vez, te lo prometo. Buenas noches.
- Carlita.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Capítulo 5: Lujuria Campestre (Carlita + Milena + Madison Bumgarner)



Querido Orange Shoe Diary:
Luego de haber terminado mi último semestre con todas mis materias aprobadas, vuelvo a abrirte y escribir mis más ardientes fantasías. Esta vez, nos vamos al campo con Madison Bumgarner. Siendo él de una zona rural en el estado de North Carolina, esta fantasía recrea momentos picantes en un lugar muy tranquilo y sabroso. Así se desarrolla esta historia:

Un día muy soleado en un extenso campo verde. Sembradíos de todo tipo de vegetales, legumbres y hortalizas. Árboles frondosos y con jugosos frutos. Caballerizas y corrales donde reposa todo tipo de ganado: vacas, caballos, ovejas, corderos, gallos, gallinas, pavos, etc.

Mi  hermana Milena y yo estábamos paseando por el campo con nuestro caballo. Contemplábamos los hermosos paisajes que nos regalaba la naturaleza.
“Ohhh, amo el olor del campo. Es tan mágico este lugar que no tiene ningún tipo de comparación”, le decía a Milena. “Este es nuestro oasis ante tanto alboroto en la ciudad, ahhhh amo el campo”, respondió ella.

Mientras cabalgábamos, pasamos por una granja que estaba a unos 50 metros de la nuestra. En dicha granja, estaba un joven guapo montado en su caballo.

Ambas quedamos hipnotizadas al ver a este semental recorriendo el campo montado en el lomo de su equino. De estatura inmensa, ojos marrones, piel bronceada, cuerpo perfectamente estilizado; este muchacho se acercó con su caballo a la cerca de la granja justo donde Milena y yo estábamos contemplando sus encantos.
“Hola. Bonito día para cabalgar, ¿no?”; nos decía Madison. “Sí, es un bonito día para explorar el campo, bebé”, respondió con tono perverso Milena. “Yo soy Milena, y ella es mi hermana Carla”.
“Mucho gusto”, le dije mientras le extendía mi mano al chico; el cual respondió: “El gusto es mío chicas. Soy Madison”.
“Lindo nombre”- dijo Milena.  

Tras varios minutos hablando, Madison nos invitó a dar una vuelta por su hermosa finca. Nosotras, sin pensarlo dos veces, aceptamos la invitación y accedimos a su finca. 
Madison nos enseñó todo, desde la casa, pasando por los potreros y corrales. Milena y yo veíamos y acariciábamos a sus cerdos, vacas, caballos, ovejas y corderos.  
“¡Qué hermosa finca tienes, Madison!”, le exclamó Milena; al tiempo que yo, igualmente, le tiraba un piropo a su finca diciéndole: “Está muy cuidada y hermosa tu finca, simplemente me encanta”.
“Gracias”, respondió Madison, para luego dirigirnos estas palabras: “Quiero llevarlas a un lugar especial montadas en mi caballo, Tiempo”.

Tanto Milena como yo quedamos en shock, y como somos muy curiosas, decidimos montarnos en su caballo. Tras un paseo a caballo, en donde pasamos por extensos y verdes campos, Madison nos llevó a una colina con un enorme y frondoso árbol que nos cubría del intenso brillo del Sol. Madison se bajó del lomo de Tiempo, nos bajó a ambas y amarró a su caballo en el tronco del árbol.
“Ambas son dos chicas maravillosas y hermosas”, dijo con tono de piropo Madison, al punto de hacernos sonrojas tanto a Milena como a mí.

Luego de más de 20 minutos, Milena (quien estaba más alborotada hormonalmente con él) le robó un beso a Madison. Él quedó en shock por un segundo, pero luego la agarró, la abrazó y le susurró al oído: “Ese beso estuvo rico”.  - “Awww”, soltó Milena. 

Ambos empezaron a besarse, acariciarse y desnudarse. Yo me puse al otro lado del tronco del árbol oyendo los gemidos de Milena y Madison.
Milena fue desnudando poco a poco a Madison, desabotonándole su camisa, bajándole sus pantalones, quitándole sus botas vaqueras y despojándole su ropa interior. Madison hacía lo propio con ella, quitándole camisa, pantalón, botas y ropa de lingérie. Caricias iban y venían entre ambos; mientras yo estaba de “voyeurista” observando cómo mi hermana era seducida por este semental del campo.

Milena se acostó en la grama boca arriba mientras Madison le masajeaba la vagina una y otra vez con su lengua, le acariciaba sus piernas, su barriga y sus pechos para estimularla más y más. Ella entró en éxtasis total. Luego, Madison introdujo su miembro en la vagina de Milena y la penetró una y otra vez. Mientras los escuchaba gemir, yo me masturbaba constantemente.
Acto seguido, Milena se montó en la entrepierna de Madison. Ambos se movían intensamente. Él la acariciaba desde sus piernas, subía a su barriga, sus pechos y sus hombros mientras ella rebotaba encima de él. “¡Ay! Dame más duro”, decía Milena; por lo que Madison la complacía con todas sus fantasías, hasta que ella no pudo más.

Pero Madison seguía con ganas de sexo. Así que me llamó y yo regresé al lado del tronco donde ellos estaban. Me le desnudé y empezó a acariciarme y besarme por todas partes.  Milena se sentó a nuestro lado para andar de “voyeurista” mientras él y yo nos calentábamos. 

Me monté sobre su entrepierna. Madison deslizaba sus manos a lo largo de mi cuerpo una y otra vez. Milena no aguantaba tanto “voyeurismo” de su parte y se acostó al lado de Madison; ésta le acariciaba el torso, se lo lamía y besaba sus labios mientras yo “cabalgaba” encima de él. Caricias iban y venían: en mis piernas, mi estómago, mis pechos; ponía sus dedos en mi boca para mordérselos; hasta que todos no pudimos más. 

Sin duda, fue la fantasía campestre más sexy que se haya tenido. Madison es un chico del campo muy dulce, pero a la vez “salvaje” sexualmente hablando, claro está.
Te dejo, Diario. Tanto tiempo sin escribirte valió la pena, y ya muero por volver a abrirte. Buenas noches.
-Carlita.