miércoles, 26 de marzo de 2014

Capítulo 5: Lujuria Campestre (Carlita + Milena + Madison Bumgarner)



Querido Orange Shoe Diary:
Luego de haber terminado mi último semestre con todas mis materias aprobadas, vuelvo a abrirte y escribir mis más ardientes fantasías. Esta vez, nos vamos al campo con Madison Bumgarner. Siendo él de una zona rural en el estado de North Carolina, esta fantasía recrea momentos picantes en un lugar muy tranquilo y sabroso. Así se desarrolla esta historia:

Un día muy soleado en un extenso campo verde. Sembradíos de todo tipo de vegetales, legumbres y hortalizas. Árboles frondosos y con jugosos frutos. Caballerizas y corrales donde reposa todo tipo de ganado: vacas, caballos, ovejas, corderos, gallos, gallinas, pavos, etc.

Mi  hermana Milena y yo estábamos paseando por el campo con nuestro caballo. Contemplábamos los hermosos paisajes que nos regalaba la naturaleza.
“Ohhh, amo el olor del campo. Es tan mágico este lugar que no tiene ningún tipo de comparación”, le decía a Milena. “Este es nuestro oasis ante tanto alboroto en la ciudad, ahhhh amo el campo”, respondió ella.

Mientras cabalgábamos, pasamos por una granja que estaba a unos 50 metros de la nuestra. En dicha granja, estaba un joven guapo montado en su caballo.

Ambas quedamos hipnotizadas al ver a este semental recorriendo el campo montado en el lomo de su equino. De estatura inmensa, ojos marrones, piel bronceada, cuerpo perfectamente estilizado; este muchacho se acercó con su caballo a la cerca de la granja justo donde Milena y yo estábamos contemplando sus encantos.
“Hola. Bonito día para cabalgar, ¿no?”; nos decía Madison. “Sí, es un bonito día para explorar el campo, bebé”, respondió con tono perverso Milena. “Yo soy Milena, y ella es mi hermana Carla”.
“Mucho gusto”, le dije mientras le extendía mi mano al chico; el cual respondió: “El gusto es mío chicas. Soy Madison”.
“Lindo nombre”- dijo Milena.  

Tras varios minutos hablando, Madison nos invitó a dar una vuelta por su hermosa finca. Nosotras, sin pensarlo dos veces, aceptamos la invitación y accedimos a su finca. 
Madison nos enseñó todo, desde la casa, pasando por los potreros y corrales. Milena y yo veíamos y acariciábamos a sus cerdos, vacas, caballos, ovejas y corderos.  
“¡Qué hermosa finca tienes, Madison!”, le exclamó Milena; al tiempo que yo, igualmente, le tiraba un piropo a su finca diciéndole: “Está muy cuidada y hermosa tu finca, simplemente me encanta”.
“Gracias”, respondió Madison, para luego dirigirnos estas palabras: “Quiero llevarlas a un lugar especial montadas en mi caballo, Tiempo”.

Tanto Milena como yo quedamos en shock, y como somos muy curiosas, decidimos montarnos en su caballo. Tras un paseo a caballo, en donde pasamos por extensos y verdes campos, Madison nos llevó a una colina con un enorme y frondoso árbol que nos cubría del intenso brillo del Sol. Madison se bajó del lomo de Tiempo, nos bajó a ambas y amarró a su caballo en el tronco del árbol.
“Ambas son dos chicas maravillosas y hermosas”, dijo con tono de piropo Madison, al punto de hacernos sonrojas tanto a Milena como a mí.

Luego de más de 20 minutos, Milena (quien estaba más alborotada hormonalmente con él) le robó un beso a Madison. Él quedó en shock por un segundo, pero luego la agarró, la abrazó y le susurró al oído: “Ese beso estuvo rico”.  - “Awww”, soltó Milena. 

Ambos empezaron a besarse, acariciarse y desnudarse. Yo me puse al otro lado del tronco del árbol oyendo los gemidos de Milena y Madison.
Milena fue desnudando poco a poco a Madison, desabotonándole su camisa, bajándole sus pantalones, quitándole sus botas vaqueras y despojándole su ropa interior. Madison hacía lo propio con ella, quitándole camisa, pantalón, botas y ropa de lingérie. Caricias iban y venían entre ambos; mientras yo estaba de “voyeurista” observando cómo mi hermana era seducida por este semental del campo.

Milena se acostó en la grama boca arriba mientras Madison le masajeaba la vagina una y otra vez con su lengua, le acariciaba sus piernas, su barriga y sus pechos para estimularla más y más. Ella entró en éxtasis total. Luego, Madison introdujo su miembro en la vagina de Milena y la penetró una y otra vez. Mientras los escuchaba gemir, yo me masturbaba constantemente.
Acto seguido, Milena se montó en la entrepierna de Madison. Ambos se movían intensamente. Él la acariciaba desde sus piernas, subía a su barriga, sus pechos y sus hombros mientras ella rebotaba encima de él. “¡Ay! Dame más duro”, decía Milena; por lo que Madison la complacía con todas sus fantasías, hasta que ella no pudo más.

Pero Madison seguía con ganas de sexo. Así que me llamó y yo regresé al lado del tronco donde ellos estaban. Me le desnudé y empezó a acariciarme y besarme por todas partes.  Milena se sentó a nuestro lado para andar de “voyeurista” mientras él y yo nos calentábamos. 

Me monté sobre su entrepierna. Madison deslizaba sus manos a lo largo de mi cuerpo una y otra vez. Milena no aguantaba tanto “voyeurismo” de su parte y se acostó al lado de Madison; ésta le acariciaba el torso, se lo lamía y besaba sus labios mientras yo “cabalgaba” encima de él. Caricias iban y venían: en mis piernas, mi estómago, mis pechos; ponía sus dedos en mi boca para mordérselos; hasta que todos no pudimos más. 

Sin duda, fue la fantasía campestre más sexy que se haya tenido. Madison es un chico del campo muy dulce, pero a la vez “salvaje” sexualmente hablando, claro está.
Te dejo, Diario. Tanto tiempo sin escribirte valió la pena, y ya muero por volver a abrirte. Buenas noches.
-Carlita.

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