jueves, 27 de marzo de 2014
Capítulo 6: Orgía a la Boricua (Carlita + Anacarmen + Ángel Pagán + Javier López)
Querido Orange Shoe Diary:
Perdóname por no abrirte en todo este tiempo. He estado haciendo millones de cosas que, por supuesto, me quitaban tiempo y me impedían sentarme a escribir mis más ardientes fantasías. Pero hoy, traigo una con sabor latino; un par de delicias boricuas, estrellas de los Giants: Ángel Pagán y Javier López; vienen a ponerle más picante a este diario de lo que ya tiene. Así ocurre esta historia:
San Juan, Puerto Rico. Casas antiguas, gente caminando por las calles de un lado a otro. Carros transitando, turistas extranjeros tomando fotos y llevando souvenirs de recuerdo de su estadía en la Isla del Encanto. Un hombre de avanzada edad sentado en la plaza tocando guitarra y cantando temas de su época.
A todas estas, estábamos Anacarmen y yo comiendo platos típicos puertorriqueños en un restaurante dentro de esa zona. "Amiga, esto lo que está es divino", decía Anacarmen, mientras comía arroz con habichuelas. "Totalmente, comadre. Esto está sabroso, me comería un balde", le respondí.
Luego de pagar la cuenta, Anacarmen y yo salimos a dar una vuelta por la ciudad. Tomábamos fotos, comprábamos souvenirs como recuerdo; en fin, todo lo que hace un turista serio. Hubo un momento que nos cansamos de tanto caminar que decidimos sentarnos en una banca de una plaza. Mientras revisábamos nuestras conversaciones de Whatsapp y hablábamos de varias cosas, fijé la mirada sobre el otro lado de la carretera que da directo a la plaza. Dos hombres cruzaban la calle directo hacia la plaza.
"Ana, voltea pa' que te enamores. Mira a esos tipos que vienen cruzando la calle"; le dije. "Dios mío", contestó ella. "Así o más bellos?"
Eran dos verdaderos Dioses boricuas. El primero tiene la piel blanca, cabello corto, ojos pardos, sonrisa adorable y magnética, cuerpo atlético y torneado. El otro, de piel bronceada, igualmente de ojos pardos, sonrisa igual de encantadora, cabello ni muy largo ni muy corto y de cuerpo atlético. El primero lucía un sombrero de ala ancha y de medio lado (a lo Pedro Navaja) de color blanco y cinta negra, una camisa tipo guayabera blanca, zapatos flip flops y un pantalón corto, tipo bermuda, color gris. El otro tenía puesta una franelilla gris, flip flops y una bermuda con tela de jeans color marrón.
Tanto Anacarmen y yo estábamos en shock con semejantes monumentos de hombres. Par de sementales latinos. Ellos se acercaron a nuestra banca para preguntarnos la hora. "Son las 5:30 pm, chicos", les dije.
El del sombrero blanco a lo Pedro Navaja nos dijo: "Por su acento no parecen ser de acá, verdad?" Anacarmen y yo nos echamos a reír, para luego responder: "Efectivamente, no somos de acá, somos de Venezuela".
"Ohh, Venezuela! Hermosa tierra, de grandes peloteros y mujeres bellas, como ustedes, señoritas", nos dijo el de piel bronceada. "Yo soy Ángel Pagán y éste es mi socio Javier López, un placer". "Mucho gusto, muchachos", les respondimos mientras les estrechábamos las manos.
Después de una breve tertulia, Ángel nos hace una invitación a una rumba: "Si no es mucha molestia, las queremos invitar a tomarse unos traguitos con nosotros en el Santiago Bar que queda a la orilla de la playa, les gustaría ir?"
"Pues claro que queremos!", le respondí. Anacarmen luego preguntaría: "Como a qué hora es la cosa?"
A lo que Javier contestó: "A las 8:30 comienza el 'party', nosotros las pasaremos buscando en el hotel donde se hospedan y las llevamos. Lleven ropa playera preferiblemente, de acuerdo?"
"De acuerdo!", respondimos Anacarmen y yo al unísono. Tras intercambiar números telefónicos y dirección del hotel, ambas nos fuimos a nuestra suite a arreglarnos. Nos pusimos nuestros bikinis, franelillas y shorts encima con flip flops en los pies. Tal y como lo planeamos, Ángel y Javier nos esperaban afuera del hotel en un Mercedes-Benz último modelo, propiedad de Javier. Nos montamos en el carro y nos fuimos a la discoteca en la orilla de la playa.
Al llegar ahí, la fiesta se puso intensa. Salsa, merengue, música electrónica, reggaeton y bachata sonaba sin parar. Ángel y Javier nos servían tragos y bailábamos con ellos. Entre trago y trago nos íbamos emborrachando, y fue allí cuando los cuatro salimos a echarnos un chapuzón en la playa. Fue allí cuando el momento se calentó. Ángel empezó a recorrer sus manos por mi cuerpo, quitándome el bikini. Anacarmen le hacía sexo oral a Javier con su cabeza sumergida en el agua.
Acto seguido, nos fuimos todos a la orilla y el show seguía. Ángel me puso en cuatro y me penetraba por detrás una y otra vez, mientras Javier respondía con sexo oral a Anacarmen, haciéndole cosquillas en su clítoris mientras acariciaba sus piernas, su estómago, la agarraba de manos y le masajeaba los pechos.
A medida que pasaba el tiempo, la cosa se ponía cada vez más picante. Javier puso a Anacarmen en cuatro y la penetraba; Ángel se acostó en el suelo, de manera que yo me sentara sobre su entrepierna y rebotara en él, a su vez que éste hacía cosquillas en mis pezones y pasaba sus manos por todo mi cuerpo.
Y cada vez más subía la intensidad. Ahora era Javier el que me penetraba por detrás, acostados de lado; entretanto Ángel estaba justo a mi lado con Anacarmen sentada sobre su entrepierna moviéndose como loba en celo. Javier me acariciaba una y otra vez, metiéndome la mano en la vagina y acariciándome las piernas, dándome nalgadas y cosquillas en los pezones; yo le acariciaba el torso a Ángel y él hacía lo propio con Anacarmen, con cosquillas en los pezones, masajes en sus pechos y caricias por todas partes, caricias que iban y venían, hasta que no pudimos más.
Cuánto sabor y fuego hubo esa noche. Una noche boricua que quedará para el recuerdo. Playa, fiesta, tragos, sexo, un par de sexys latin lovers, qué mejor que eso? Nada.
Toca dejarte, Diario. Espero no abandonarte más de la manera que lo hice esa última vez, te lo prometo. Buenas noches.
- Carlita.
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